
Conocer al incognoscible (Juan 3,16)
He descubierto un poema titulado «Al Dios desconocido». Este título expresa dos cosas.
He descubierto un poema titulado «Al Dios desconocido». Este título expresa dos cosas.
Al relacionarnos con los demás, podemos hacerlo de manera que apaguemos su luz interior o que la iluminemos, ayudándolos a revelar su verdadera esencia, tal como sucedió en la Transfiguración de Jesús. Para acercarnos más a Cristo y reflejar su presencia, es clave estar disponibles en la oración y en la vida diaria, siguiendo el consejo de Santa Luisa de Marillac sobre mantenernos en la presencia de Dios.
Vincular la fe cristiana con la perfección, tomando a Jesús como modelo, puede ser inspirador, pero también desalentador cuando no alcanzamos ese ideal. San Pedro ejemplifica esta lucha: su historia muestra que la vida de fe es un proceso de caídas y levantamientos. Vicente de Paúl advierte contra la «oración ilusoria», donde las emociones espirituales no se traducen en acciones concretas.
Varios comentaristas utilizan la palabra «íntimo» para describir el episodio del Evangelio de Marcos en el que Jesús cura al ciego. Hay mucho contacto físico.
Para muchos creyentes, el cuadro bosquejado en el salmo 23 es el más conmovedor de todos. «El Señor es mi pastor, nada me falta». Es una escena que se ha grabado en innumerables mentes a lo largo de los siglos.