Conocemos la frase Ā«llegar al fondo del asuntoĀ». Significa escarbar bajo las apariencias externas hasta el meollo interior de algo, ir del tronco a la raĆz. El dicho puede aplicarse sin duda a los seres humanos, como se ve en la diferencia entre lo que se muestra en el exterior (comportamiento) y cuĆ”les son sus motivaciones interiores.
En el evangelio de Mateo, JesĆŗs llega sin duda al fondo de la cuestiĆ³n cuando se centra no sĆ³lo en el acto del asesinato, sino en la ira, su razĆ³n subyacente. Y lo hace en otros contextos, por ejemplo cuando se mueve por debajo de las apariencias de la adoraciĆ³n hasta sus motivaciones internas, por un lado para ganarse la estima de los demĆ”s, y por otro para estar totalmente disponible ante Dios.
Eso sĆ que es poner el listĆ³n alto. Al presentarnos ante su Padre, hemos de entregar nuestro yo genuino, hemos de presentarnos como la persona que realmente somos en el fondo. Y eso es ciertamente una propuesta desafiante, porque enfrentarme a mis motivos mĆ”s Ćntimos (operativos) va a revelar una mezcla de ellos, desinteresados y no tan desinteresados, generosos y tacaƱos. Pero la cuestiĆ³n es que nos presentemos ante Dios genuinamente, virtuosos y no tan virtuosos, admitiendo tanto las perfecciones como los defectos interiores.
Especialmente los mĆsticos de nuestra tradiciĆ³n hablan de este punto que JesĆŗs menciona continuamente. Ćl y ellos aconsejan apertura ante Dios, transparencia en lo mĆ”s profundo de nosotros mismos, tanto en la oraciĆ³n como en la vida, para ahuecar ese espacio interior en el que pueda entrar el EspĆritu. Y con su insistencia en practicar la sencillez, Vicente une sin duda su voz a la de todos ellos.
Se trata de un listĆ³n muy alto: presentarme ante Dios como realmente soy, ofreciendo mi interior, sus diamantes y sus piedras, sus bellezas y sus defectos.
Esta es la norma de sinceridad que JesĆŗs exige a todos los que quieren entrar en su Reino. Apertura, transparencia, tal como somos, veracidad ante el Dios de todo amor.
Gracias, Tom. Me gustan especialmente los siguientes pƔrrafos que me impresionan:
Ā«Se trata de un listĆ³n muy alto: presentarme ante Dios como realmente soy, ofreciendo mi interior, sus diamantes y sus piedras, sus bellezas y sus defectos.
Esta es la norma de sinceridad que JesĆŗs exige a todos los que quieren entrar en su Reino. Apertura, transparencia, tal como somos, veracidad ante el Dios de todo amor.Ā»
Estos me remiten a: Ā«En verdad os digo que, si no os convertĆs y os hacĆ©is como niƱos, no entrarĆ©is en el reino de los cielos. Por tanto, el que se haga pequeƱo como este niƱo, ese es el mĆ”s grande en el reino de los cielos.Ā» (Mt 18, 3-4); Ā«Dejadlos, no impidĆ”is a los niƱos acercarse a mĆ; de los que son como ellos es el reino de los cielos.Ā» (Mt 10, 14).