Novena a la Virgen Milagrosa 2022: día 9

por | Nov 26, 2022 | Asociación de la Medalla Milagrosa, Formación, Reflexiones | 0 comentarios

Oración:

Padre misericordioso, que has dado a la humanidad el signo portentoso de la maternidad divina de María, por el cual nos vino Cristo nuestro Salvador, Te rogamos que junto a ella podamos caminar en este mundo construyendo espacios de justicia y paz que evidencien el Reino de Dios en medio de nuestros hermanos que más sufren.

Por eso Padre amoroso, llenos de esa confianza renovada, que María nos enseñó, nos presentamos ante Ti sedientos y necesitados de tu Palabra, para que al meditarla día a día en esta novena, podamos abrir nuestro corazón a la gracia de la conversión, y que, siendo discípulos y misioneros de Cristo y de María, podamos anunciar gozosos la Medalla Milagrosa como signo profético para nuestros días.

Padrenuestro.

Gloria.

Oración a la Virgen María:

Madre de los profetas y los mártires, la fe que te iluminó y la Palabra en que creíste, nos acompañe en esta novena que dirigimos en tu honor bajo la advocación de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa. Que todos reunidos entorno a tu Hijo podamos recuperar la frescura del Evangelio y anunciar con gozo la esperanza a un mundo dividido por las discordias.

Tus rayos nos infunden la seguridad de que nuestra historia está confiada a la misericordia de Dios que nos ama y que nos ilumina constantemente en las noches oscuras y dolorosas de nuestra vida. Hoy más que nunca gritamos al cielo implorando un nuevo renacer, que Tú nos ayudes a germinar en nuestros corazones la palabra de Nuestro Señor y a anunciarlo vivo y resucitado entre nuestros hermanos. Amén.

Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti. Dios te salve María…

Gozos:

Respuesta: puede ser el estribillo de una canción o la jaculatoria (Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que acudimos a ti.)

Madre Milagrosa, de ternura y compasión
que haciendo historia de salvación
vas caminando siempre con tu pueblo
que a ti clama en la aflicción.

En mil ochocientos treinta,
en Francia, Calle del Bac,
auna pobre novicia,
la virgen santa se apareció.
Eran vísperas de San Vicente,
noche silenciosa de julio,
cuando la Madre dejó su trono
y en una pequeña capilla se presentó.

Siendo la media noche
un Ángel se apareció
para darle un anuncio
de parte de la Madre de Dios.
Las luces se iban prendiendo,
las puertas se iban abriendo
y al llegar a la capilla la hermana ansiosa la esperó.

La voz del cielo anunciaba
que la madre llegó.
La sede sacerdotal
con humildad ella ocupó.
La hermana Catalina
sus manos colocó
en las piernas de la Madre
y misión ella le encomendó.

En una mañana de noviembre
los sentidos no lo percibieron
pero un corazón atento
nuevamente a la Madre observó;
las insignias de la medalla
que Catalina vio, se han convertido
en fuente de milagro y amor.

“Haz acuñar una medalla”,
la Virgen le pidió
para ser portada por los fieles
con gran devoción.
Madre Santa, tu gran Medalla
es emblema de tu amor,
hoy nosotros la portamos
en señal de filiación.

Sea por Jesús, sea por María,
sea por el ejemplo de los santos que nos guían.
Y que por la Medalla Milagrosa
alcancemos la gracia de convertir
nuestros dolores en alegrías.

NOVENO DÍA

María y Catalina Labouré

Producto: hortalizas, legumbres, frutas, plátanos, etc.

Signo: La imagen de la Virgen María y la de Santa Catalina Labouré en el centro la Medalla Milagrosa.

Comentario inicial: En este último día de la novena vemos a la vidente de la Medalla Milagrosa, ella nunca hizo alarde de sus visiones, se mantuvo en el anonimato, en el silencio, sirviendo con tal humildad que en el trabajo con los pobres halló la misión final encomendada por la Virgen: la maternidad fecunda que nos invita a tener rostros maternales con quienes sufren.

Lectura del Texto Bíblico: San Mateo 11, 25-30

En esa oportunidad, Jesús dijo: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana”.

Reflexión:

Santa Catalina Labouré, llamada la santa del silencio, es la prueba más contundente de que la Medalla Milagrosa nos invita a llevar una vida de total sumisión y adhesión al proyecto de Jesús.

Ella nunca pretendió ser aplaudida, ni tener privilegios por haber recibido de la Virgen María la misión de acuñar y dar a conocer la Medalla, al contrario, se mantuvo en el anonimato sirviendo en los trabajos más sencillos de la comunidad.

Hoy la sociedad pide a gritos hombres y mujeres auténticos que se bajen de la comodidad y de los estereotipos, quiere sacerdotes y consagrados que tengan la capacidad de amar y de servir sin tanto protocolo, que sean cercanos, sin ínfulas de grandeza, que no pierdan el tiempo en tareas ociosas y no usen la fe para enriquecerse o pretender fama y poder; consagrados y consagradas que pasen por la vida sembrando esperanza y fortaleciendo la caridad entre todos.

En Santa Catalina encontramos ese llamado profético de la Santísima Virgen María, no solo a llevar la Medalla al pecho para demostrar que somos católicos sino a comprometernos a cambiar nuestra vida, a bajarnos de nuestros propios egos y a caminar del lado de Jesús como lo hizo María.

Actividad en grupo:

  1. ¿Qué aprendemos de la vida de santa Catalina Labouré?
  2. ¿Qué compromisos tenemos al terminar esta novena?
  3. ¿Qué otras enseñanzas podemos transmitir a través de la Medalla Milagrosa que nos permita ser profetas en nuestros días?

Invitamos a los integrantes de la comunidad a contar alguna historia o testimonio en relación a su encuentro con Dios y la Virgen a través de la Medalla Milagrosa.

Oración final:

Virgen Inmaculada de la Medalla Milagrosa, que te manifestaste a Santa Catalina Labouré como mediadora de todas las gracias, atiende a mi plegaria. En tus manos maternales dejo todos mis intereses espirituales y temporales, y te confío en particular la gracia que me atrevo a implorar de tu bondad, para que la encomiendes a tu divino Hijo y le ruegues concedérmela, si es conforme a su voluntad y ha de ser para bien de mi alma. Eleva tus manos al Señor y vuélvelas luego hacia mí, Virgen poderosa; envuélveme en los rayos de tu gracia, para que a la luz y al calor de esos rayos me vaya desapegando de las cosas terrenas y pueda marchar con gozo en tu seguimiento, hasta el día en que bondadosa me acojas a las puertas del cielo. Amén.

Descarga la Novena completa pulsando sobre la siguiente imagen:

Fuente: https://www.corazondepaul.org/

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