Novena a la Virgen Milagrosa 2022: día 8

por | Nov 25, 2022 | Asociación de la Medalla Milagrosa, Formación, Reflexiones | 0 comentarios

Oración:

Padre misericordioso, que has dado a la humanidad el signo portentoso de la maternidad divina de María, por el cual nos vino Cristo nuestro Salvador, Te rogamos que junto a ella podamos caminar en este mundo construyendo espacios de justicia y paz que evidencien el Reino de Dios en medio de nuestros hermanos que más sufren.

Por eso Padre amoroso, llenos de esa confianza renovada, que María nos enseñó, nos presentamos ante Ti sedientos y necesitados de tu Palabra, para que al meditarla día a día en esta novena, podamos abrir nuestro corazón a la gracia de la conversión, y que, siendo discípulos y misioneros de Cristo y de María, podamos anunciar gozosos la Medalla Milagrosa como signo profético para nuestros días.

Padrenuestro.

Gloria.

Oración a la Virgen María:

Madre de los profetas y los mártires, la fe que te iluminó y la Palabra en que creíste, nos acompañe en esta novena que dirigimos en tu honor bajo la advocación de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa. Que todos reunidos entorno a tu Hijo podamos recuperar la frescura del Evangelio y anunciar con gozo la esperanza a un mundo dividido por las discordias.

Tus rayos nos infunden la seguridad de que nuestra historia está confiada a la misericordia de Dios que nos ama y que nos ilumina constantemente en las noches oscuras y dolorosas de nuestra vida. Hoy más que nunca gritamos al cielo implorando un nuevo renacer, que Tú nos ayudes a germinar en nuestros corazones la palabra de Nuestro Señor y a anunciarlo vivo y resucitado entre nuestros hermanos. Amén.

Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti. Dios te salve María…

Gozos:

Respuesta: puede ser el estribillo de una canción o la jaculatoria (Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que acudimos a ti.)

Madre Milagrosa, de ternura y compasión
que haciendo historia de salvación
vas caminando siempre con tu pueblo
que a ti clama en la aflicción.

En mil ochocientos treinta,
en Francia, Calle del Bac,
auna pobre novicia,
la virgen santa se apareció.
Eran vísperas de San Vicente,
noche silenciosa de julio,
cuando la Madre dejó su trono
y en una pequeña capilla se presentó.

Siendo la media noche
un Ángel se apareció
para darle un anuncio
de parte de la Madre de Dios.
Las luces se iban prendiendo,
las puertas se iban abriendo
y al llegar a la capilla la hermana ansiosa la esperó.

La voz del cielo anunciaba
que la madre llegó.
La sede sacerdotal
con humildad ella ocupó.
La hermana Catalina
sus manos colocó
en las piernas de la Madre
y misión ella le encomendó.

En una mañana de noviembre
los sentidos no lo percibieron
pero un corazón atento
nuevamente a la Madre observó;
las insignias de la medalla
que Catalina vio, se han convertido
en fuente de milagro y amor.

“Haz acuñar una medalla”,
la Virgen le pidió
para ser portada por los fieles
con gran devoción.
Madre Santa, tu gran Medalla
es emblema de tu amor,
hoy nosotros la portamos
en señal de filiación.

Sea por Jesús, sea por María,
sea por el ejemplo de los santos que nos guían.
Y que por la Medalla Milagrosa
alcancemos la gracia de convertir
nuestros dolores en alegrías.

OCTAVO DÍA

La Iglesia con María

Producto: aceite, mantequilla, queso, pan.

Signo: las doce estrellas y un sol en el centro que tenga escrito: Dios; conectar las estrellas con el sol mediante cuerdas, en las estrellas pueden ir escritos los nombres de los discípulos o imágenes que representen la misión de la Iglesia.

Comentario inicial: La Iglesia, pueblo de Dios, que con las 12 estrellas evoca también a ese Israel espiritual, donde todos estamos llamados a habitar la tierra prometida en el corazón del Padre misericordioso, viviendo y practicando el amor y la caridad.

Lectura del Texto Bíblico: Apocalipsis 21, 10-14

Me trasladó en espíritu a un monte grande y alto y me mostró la Ciudad Santa de Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios, y tenía la gloria de Dios. Su resplandor era como el de una piedra muy preciosa, como jaspe cristalino. Tenía una muralla grande y alta con doce puertas; y sobre las puertas, doce Ángeles y nombres grabados, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel; al oriente tres puertas; al norte tres puertas; al mediodía tres puertas; al occidente tres puertas. La muralla de la ciudad se asienta sobre doce piedras, que llevan los nombres de los doce Apóstoles del Cordero”.

Reflexión:

La visión de la ciudad santa de Jerusalén, que baja del cielo, hace referencia a la realidad mística del Pueblo de Dios, que está llamado a la santidad por provenir de su corazón.

Es una ciudad que tiene puertas hacia todos los costados, son puertas que están abiertas a todas las naciones y que tienen los nombres de los 12 apóstoles. Por el testimonio de los discípulos del Señor, todos nosotros hemos podido entrar a habitar en la ciudad celestial, sin acepción de personas. La Iglesia está llamada a abrir su corazón a todos los hombres y mujeres de toda nación.

La Iglesia no es una Institución cerrada, es una comunidad abierta donde todos tienen una misión. En la medalla Milagrosa las estrellas forman un círculo, y esta posición es totalmente revolucionaria y más en un tiempo donde la Iglesia se entendía como una pirámide: en la punta, el clero privilegiado y, en la base, el resto de bautizados. Desde el Concilio Vaticano II la Iglesia no se ve a sí misma como una pirámide sino más bien como una comunidad donde todos entran en diálogo, donde nadie goza de privilegio, sino por el contrario, donde los pobres y marginados ocupan un lugar especial.

Las doce estrellas pareciesen tener su “mirada” en el centro de la medalla, donde está la Cruz, la M y los dos corazones: es una clara invitación para que la Iglesia vuelva la mirada a la Cruz de Cristo como un compromiso profético de ir hasta las últimas consecuencias por amor a Él, a María para recuperar el sentido maternal que debe tener la Iglesia sobre todo con quienes más lo necesitan, y a los dos corazones para redescubrir el mandato del amor y la práctica de la justicia.

Actividad en grupo:

  1. ¿Qué compromisos tengo como cristiano bautizado?
  2. ¿Cómo entiendo hoy a la Iglesia y qué necesitamos mejorar en nuestra comunidad católica?
  3. ¿Mantengo un espíritu de apertura con quienes piensan distinto a mí?

Dialogo un momento las respuestas con el compañero que está a mi lado y busco puntos de común acuerdo para compartir después con los demás participantes de la novena.

Oración final:

Virgen Inmaculada de la Medalla Milagrosa, que te manifestaste a Santa Catalina Labouré como mediadora de todas las gracias, atiende a mi plegaria. En tus manos maternales dejo todos mis intereses espirituales y temporales, y te confío en particular la gracia que me atrevo a implorar de tu bondad, para que la encomiendes a tu divino Hijo y le ruegues concedérmela, si es conforme a su voluntad y ha de ser para bien de mi alma. Eleva tus manos al Señor y vuélvelas luego hacia mí, Virgen poderosa; envuélveme en los rayos de tu gracia, para que a la luz y al calor de esos rayos me vaya desapegando de las cosas terrenas y pueda marchar con gozo en tu seguimiento, hasta el día en que bondadosa me acojas a las puertas del cielo. Amén.

Descarga la Novena completa pulsando sobre la siguiente imagen:

Fuente: https://www.corazondepaul.org/

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