Uno de los factores que lleva a la depresión es el no convivir con la familia, el encontrarse como despreciado por aquellos que eran antes sus amigos y que ahora no se acuerdan de ustedes ni para una llamada telefónica, la no visita de ningún familiar, el maltrato de la comunidad, cuando se nos acerca alguien, persona pública o privada es solamente con la mentira y el engaño y muchas veces todo esto nos lleva hasta el suicidio, se llama: Soledad.
Hay muchas maneras que esa soledad se agigante y es: en los momentos que perdemos una persona amada, ya sea un hijo o la esposa con la que convivimos muchos años o cuando esperamos un domingo el recibir la visita de un familiar y vemos que nadie aparece, cuando somos maltratados por la burla de aquellos que nos hablan y reconocen nuestras torpezas, cuando somos engañados por políticos o personas comunes que nos ofrecen y nunca cumplen, cuando hasta nuestros compañeros de lugares de envejecimiento no quieren ni saludarnos, para no tener que hablar de medicinas y médicos.
A veces cuando vamos al médico de cabecera y comenzamos a contarles lo mal que nos sentimos lo que hacen es abarrotarnos de pastillas, muchas de ellas son drogas que nos mantienen el día entero con sueño y sin ganas de hacer nada, porque no sabemos explicarle, que nuestro único padecimiento es la soledad.
Queridos hermanos, mi consejo se divide en dos partes, la primera y la más importante que ahora que tenemos todos los días, nos acerquemos más a Dios, quizás cuando éramos jóvenes no teníamos ni tiempo ni ganas de ir a misa, ni rezar, ahora nos sobra ese tiempo; pues debemos regalárselos al Señor porque Él nos mantiene vivos día a día sin pastillas, ni drogas. Lo otro es que traten de divertirse y ocupar su tiempo, no sentados ante un televisor, si no haciendo juegos de mesa como cuando éramos niños con crucigramas, juego de palabras, sudoku y otros búsquenlo en los periódicos, revistas o en la computadora, eso nos entretiene contándonos cosas que desconocemos, total a esta altura de la vida no nos importa, ni nos engañan, los anuncios con las pastillas maravillosas, las noticias desagradables o la pornografía.
Entreguemos nuestro mayor tiempo a Dios leyendo la Biblia, sí, ese libro que era aburrido cuando éramos jóvenes, pero que ahora reconocemos el valor y lo interesante que es, aplicable a todos los momentos de nuestra vida y dejemos a un lado el mirar las cuatro paredes de nuestra habitación, después de todo hemos vivido todo lo que queríamos y ahora gocemos de nuestros recuerdos. Que Dios les llene el día de emociones y nunca sienta esa maldita SOLEDAD que fue creada por el enemigo.
Por Víctor Martell
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