Nuevamente en otra escuela un joven de 18 años de edad ha segado la vida a 19 niños y a dos maestras en una escuela primaria de Uvalde, Texas, un lugar tranquilo, de familias trabadoras. Antes de ir allí ya había dado un tiro en la cara a su abuela y robado el carro.
¿Cómo es que ese joven de solo 18 años tenía en su poder un fusil tipo AR-15 con varios cargadores? ¿Quién se lo vendió? Y así podíamos hacernos muchas peguntas, hasta llegar a un final: Todos nosotros somos los únicos responsables.
Estos tiroteos, casi siempre por jovencitos portando armas de alto calibre, se podrían evitar si supervisáramos más a nuestros hijos, que no se les permita encerrarse en sus cuartos y prohibirle a los padres que entren; les regalamos juegos de guerra donde el matar es el único objetivo, nunca tenemos tiempo de hablar con nuestros hijos porque ellos están hablando por un teléfono celular hasta en la hora de comer, esos niños van a las escuelas con armas ocultas, para hacerse más machos en sus clases, permitimos que nunca más se hable de Dios en la escuelas, olvidando que el quinto mandamiento es no matar, no se habla de Dios en las casas para no hacer que el niño se perturbe, permitimos que los novios se cierren en sus cuartos a ver televisión, en fin, que hemos perdido los valores familiares, porque el regañar y darle una nalgada a un desobediente es motivo que seamos acusados de maltrato juvenil.
Las escuelas, en el pasado era nuestra segunda casa; ahora es un lugar donde pueden matar a nuestros hijos y como a los padres le quitaron también la autoridad, a los maestros, que se cuidan de no “maltratar” a los estudiantes porque pueden ser removidos de sus cargos.
Cuando pasan estas desgracias, cada día más a menudo, entonces formamos un revuelo y todos hablan de nuevas medidas de seguridad en las escuelas, creyendo que con esto están resolviendo los problemas de estos jóvenes, es que nosotros con nuestro proceder hemos formado unos inadaptados en esta ciudad.
Yo propongo a estos políticos que ahora conversan con la prensa de grandes medidas, de seguridad para cuidar a nuestros hijos en las escuelas, que se aprueben sin partidismos leyes como estas:
- Toda persona que le venda las armas, con las que se hagan estas matanzas, deben ser procesados por asesinato.
- Toda persona mayor o joven que conozca lo que intenta hacer este agresor, si no denuncia el caso con anterioridad, será acusada de asesinato.
- Todos los padres o tutores de estos agresores se les acusarán de asesinato.
Porque es muy fácil pedir perdón ante las cámaras, haciendo un show y agregando que no pueden imaginar cómo su hijo o pariente cercano fue capaz de hacer esto; pues bien, que enfrenten el cargo y quizás esto sea un freno en el futuro para que vigilen más el proceder de sus hijos, porque ellos serán también castigados por hacer como el mono, no veo, no hablo, no digo. Mi consejo es que desde pequeños enséñenle valores familiares y acercarlos con palabras que el Espíritu Santo pondrá en sus bocas, eso sí pídanle que lo haga, porque aquello de “cuidado que Dios te castiga”, es una gran mentira, porque Dios no castiga a nadie, los que tienen que aprender a hablar con sus hijos son ustedes y así evitar que la sangre de los inocentes sea vertida en nuestras aulas. Amén.
Por Víctor Martell
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