“Gracias, Señor, por tu sangre que nos lava”.
Ex 12, 1-8. 11-14; Sal 115; 1 Cor 11, 23-26; Jn 13, 1-15.
La sangre será su contraseña en las casas donde estén, es la Pascua del Señor. De esta manera Egipto es figura de la celebración del Jueves Santo en la Iglesia, nuevo pueblo de Dios.
En el Antiguo Testamento cada uno buscó cordero o cabrito sin defecto ni mancha; en el Nuevo Testamento Dios mismo, en la persona de Jesús, se da como cordero del sacrificio. Los israelitas marcaron con sangre del cordero las puertas de sus casas; los discípulos de Jesús beben la sangre del Señor porque él los ama hasta el extremo.
El pasaje del evangelio de hoy abre el triduo Pascual con la enseñanza explícita del Señor: les he dado ejemplo para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes. Jesús sabía que su hora de dar la máxima prueba de su amor por el Padre se acercaba, conocía al traidor que lo entregaba. ¿Qué hace? Se pone a servir, lava los pies a sus discípulos y cuenta con ellos para continuar ese gesto del Reino.
La cruz y la fracción del pan son señales del cristiano, ambas sellan la calidad de su autenticidad con el servicio humilde vivido desde el amor a Jesús.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Alicia Margarita Cortés C. HC
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