Vivir y morir al igual que Jesucristo

por | Abr 13, 2022 | Formación, Reflexiones, Ross Reyes Dizon | 0 comentarios

Jesús resucitado está a la derecha de Dios e intercede por nosotros.  Su amor nos hace capaces de vivir y morir como él.

Hay en el Nuevo Testamento enseñanzas paradójicas.  Nos chocan, por ejemplo, ideas como:  morir es vivir, perder es ganar, servir es mandar, ser pobre es ser rico, ser débil es ser fuerte.


A pesar de ser extrañas esas enseñanzas, las aceptamos y respetamos.  Y lo que es más, nos adherimos a ellas con fe, si bien ajustar nuestro vivir a ellas es otra cosa.

Pero lo decisivo es esta «otra cosa».  Es decir, el vivir conforme a esas enseñanzas curiosas es lo que hace que ellas nos resulten creíbles y veraces.  Creíbles y veraces, primero que nada, pues las encarna Jesús.

Sí, del resucitado es la gloria por haber sufrido él la muerte en favor de todos (Heb 2, 9).  Y claro, no es que él aplaque la ira de Dios.  Pues si fuera así, nos enredaríamos en lo absurdo y herético:  Cristo nos salva de Dios.  ¿Puede Dios, que es amor, ser tan cruel, sediento de la sangre del propio Hijo?

No, no nos salva Jesús de la ira de Dios, sino de la ira de los hombres.  Y nos basta con mirar a Jesús en la cruz para ver lo airados y duros que los hombres podemos ser.

La salvación está en el vivir y morir de Cristo, en respoder a su llamada.

Pero también nos basta con mirarle en la cruz para captar el amor grande que él nos muestra.  Y de amor similar seremos capaces si nos ajustamos a su modo de vivir y morir.  Loco de amor, ama él hasta el fin; no baja de la cruz para salvarse.

Así que por el amor, no por los clavos, se mantiene él en la cruz.  Clavado así, él deja a las claras que solo por el amor podemos vivir y morir salvos y sanos.  Y libres de una vida egoísta.

Vivir en el amor de Jesús quiere decir no dejarnos encerrar en nuestros intereses, sino buscar los intereses de los demás.  Y morir en su amor es dar muerte a toda envidia, ostentación, codicia, ambición pendeciera.  También a toda «contradicción que divide corazones» y es «como un peste que lleva consigo la desolación (SV.ES XI:557).

Vivir y morir en su amor es amarnos unos a otros.  Y no andar mordiéndonos, devorándonos unos a otros, sino salvarnos de la autodestrucción.

Vivir y morir como Jesús es dejarnos llevar por su amor y ser como María Magdalena.  Le falta sosiego hasta que halle al Amado.  O como el discípulo al que quiere Jesús.  Es anónimo; él es todo verdadero creyente.  El amor lo libra de la ceguera y lo hace ver y creer.  Lo mismo le pasará más tarde a María.

Y busca Jesús que el amor nos abra los ojos y discernamos su cuerpo.  Es que no quiere que comamos ni bebamos nuestro propio juicio por no vivir lo que se recuerda en la Eucaristía.  Es decir, por la indiferencia, por dejar que pasen vergüenza y hambre los pobres, mientras los demás se jactan y se embriagan.

Señor Jesús, pídele al Padre que nos unja con la fuerza del Espiritu Santo.  Así lograremos pasar también haciendo el bien, y vivir como tú para morir como tú (SV.ES I:320).  E ir de las tinieblas a la luz, de la muerte a la vida, de la corrupción y la maldad a la sinceridad y la verdad.

17 Abril 2022
Domingo de Pascua de la Resurección del Señor (C)
Hch 10, 34.a 37-43; Col 3, 1-4/1 Cor 5, 6b-8; Jn 20, 1-9

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