El otro día me encontré con un hermano católico que hacía tiempo no veía y me comento que había ingresado en la Conferencia de San Vicente de su parroquia, algo que me lleno de alegría ya que cuando alguien ingresa para ayudar a los necesitados es motivo de satisfacción que haya calado el mensaje, a todo cristiano: Ayudar al pobre debe ser nuestra primera misión.
Cual no sería mi desaliento cuando me comentó que debido a la pandemia ellos no estaban visitando las casas, hacían venir al necesitado a la parroquia y allí lo entrevistaban, estudiaban la forma de ayudarlo con los pocos recursos que tenían. Ante eso yo le dije:
«Hermano, las reglas de nuestra Sociedad son muy claras y nunca por ningún motivo debemos obviar el visitar la familia en sus casas. Usted no debe desalentarse porque vivan en una casa que es más grande que la suya, porque nosotros no somos nadie para juzgar. Hace poco yo visité una familia que también vivían en una gran casa y cuando hablé con ellos me explicaron que perdieron su trabajo por la pandemia, primero los pusieron a él y su esposa a trabajar de la casa pero cuando el dueño vio que se podía hacer, lo estaba haciendo él en persona, sacándolos a ellos del negocio, por lo que no podían pagar la letra de la casa y no tenían ni para comer. ¿Cuál es nuestra obligación en ese caso? Tenemos primeramente que resolverles que comer y tratar de negociar con el banco por la pandemia, buscarle una ayuda del gobierno que existe para estos casos, buscarle un nuevo trabajo, fíjese que no hablo de pagarle un mes, porque al otro mes será igual. Vamos a sacarlo de esa situación, para que su vida les cambie, ese es nuestro objetivo».
Ojalá que esta Pandemia nos haga reflexionar la necesidad de predicar, todos los días a todo el que se sienta cristiano, que es su obligación ayudar al que nada tiene, en este momento de dolor, debemos enseñar algo que muchos han olvidado y es la virtud de la Caridad, aquellos que leen la biblia y hablan tanto de ella, deben leer a Mateo 25, allí le dan la manera de ganarse el abrazo de Jesús el día de su muerte, si cumplen ese mandato, que no es para los católicos, sino para todos los cristianos de cualquier denominación.
Nuestra Sociedad no busca tener afiliados, porque el ser vicentino no es una intención es una vocación, no es un ministerio más, es una entrega completa a nuestros amos: Los Pobres, hasta el fin de nuestros días en la tierra. No es fácil, tenemos que sacrificarnos y por favor no hagan como aquel joven que cuando Jesús le pidió que lo siguiera; pero abandonando sus propiedades materiales, quedo petrificado y no lo siguió, quizás hoy en día, con tantos años que han pasado todavía este llorando por no haberlo hecho.
En este nuevo año, hagamos la intención de abrazar en nuestra vida las virtudes teologales, tengamos FE en que nuestro trabajo es bendecido por Dios y aunque a veces no tengamos los recursos ÉL nos lo va a facilitar. Tengamos la ESPERANZA que estamos luchando por un mundo mejor, en el que los pobres no sean maltratados y que todos sean demagogos; pero que nadie, haga nada por resolver la gran hambruna que existe en el mundo. Que tengamos CARIDAD por todo aquel que veamos que necesita ayuda, no esperemos que venga a nosotros salgamos a buscarlo, recuerden que hay pobres vergonzosos que nunca le pedirán nada.
Felicito a aquellos que lo hacen privadamente, sin alardes, sin que nadie lo sepa, porque de ellos es el reino de los cielos. Esto de soy vicentino a mi manera, es igual que decir soy católico a mi manera, soy cristiano a mi manera, para eso existen, las reglas, los mandamientos, están ahí y debemos cumplirlos, más que un deber es nuestra obligación.
Por Víctor Martell
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