“Le seguía una gran multitud”
1 Sam 18, 6-9. 19, 1-7; Sal 55; Mc 3, 7-12.
Hay algo que queda muy claro en el Evangelio de hoy: la enorme atracción que ejerció Jesús sobre la gente en general. A Él acudían gentes de la capital, de la lejana Judea, incluso hasta del extranjero (Idumea y Transjordania). ¿Por qué esta atracción? Porque las gentes más diversas se enteraban “de las cosas que hacía”. En principio, no se habla de que se sintieran atraídos por una “doctrina”. Eran los hechos los que impresionaban a todo el mundo y seducían a la gente. Algunos hechos que hacía Jesús eran dar la salud a los enfermos, acoger a los pecadores y excluidos, liberar de cargas y preceptos. Todo ello le supuso a Jesús un conflicto tras otro. Otra cosa interesante: los que acudían a Jesús eran personas de los estratos sociales más humildes e ignorantes de la sociedad. Era el pueblo oprimido por los impuestos, sobrecargado de trabajo y necesidades y abrumado por una religión que les agobiaba. Por todo eso, se entiende enseguida que Jesús fue visto como la luz y la esperanza que se necesitaba, entonces y ahora.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Francisco Javier Álvarez Munguía C.M.
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