Vocación de las Hijas de la Caridad

por | Oct 10, 2021 | Benito Martínez, Formación, Reflexiones | 0 comentarios

Hace unas semanas reflexionamos sobre la vocación en general. Esta semana, sobre la vocación de las Hijas de la Caridad. La escasez de vocaciones impide a las Hijas de la Caridad acudir con presteza a lugares infectados de coronavirus. Pero, ¿cómo es esa vocación? Cuando nació la Compañía la gente sabía que las jóvenes que acompañaban a la señorita Le Gras pertenecían a una asociación caritativa, y a las jóvenes la nueva Compañía les parecía una cofradía de chicas seglares para servir a los pobres, y sin más se apuntaban, y, cuando se cansaban, se iban. Y debía ser bastante frecuente, porque Sor Maturina Guérin, secretaria de Luisa de Marillac, le oyó decir que, “al principio las jóvenes venían en gran cantidad, pero perseveraban muy pocas, y que sufría mucho al ver tanta diversidad de caras” (D 946). Tanto sufría que un día se desahogó con el Abad de Vaux: “Me figuro que la vuelta a su casa de esa joven habrá enfriado a las que deseaban venir con nosotras. Hace falta gran corazón y firmeza para perseverar, no teniendo más que la obediencia para sostenernos y estando con frecuencia expuestas al peligro del desaliento. Es una pena tener que probar a tantos espíritus tan diversos y perder tanto tiempo y tantos años para formarlas y que luego la flaqueza nos las lleve” (c. 293). A las chicas solo exigían que fueran honradas y fuertes. Es decir, que Dios les hubiera dado una vocación apropiada para servir a los pobres. Para santa Luisa, Dios acepta el camino que elige una persona, si lo elige a conciencia, y le da una gracia especial para seguirlo, es el carisma de su vocación. El temperamento, las condiciones familiares y sociales suelen influir en seguir una vocación y no otra. Desde el siglo XVII hasta el siglo XIX tener hermanos varones o ser segundona imponía entrar en un convento o casarse, ya que vivir soltera era mal visto y peligroso para una mujer. Federico Ozanam y sus compañeros vinieron a dar una solución moderna a esta situación.

Si una joven sigue la vocación de Hija de la Caridad y no otra, debido a sus cualidades personales y a las circunstancias familiares y sociales, está obligada a conocerlas y a realizarlas; no puede decir ahora sí y luego no, sería ir matando lentamente la vocación, y la vocación a las Hijas de la Caridad es para toda la vida, como le aseguraba santa Luisa de Marillac a la Gran Princesa, esposa del Gran Condé: “No recibimos a ninguna joven que no tenga intención de vivir y morir en la compañía” (c. 541).

San Vicente y santa Luisa se entregaron a servir y evangelizar a los pobres y los siguieron muchos hombres y mujeres. Las mismas Hijas de la Caridad atraían a otras jóvenes, porque amaban su vocación y a los pobres, y querían ayudar a las que, por no tener dinero para la dote, no podían entrar en una congregación religiosa[1]. También los paúles se interesaron en traer jóvenes, porque las consideraban su otro brazo. Las misiones son para evangelizar al hombre también en su cuerpo por medio de las Caridades, pero sin esas jóvenes no pueden fundar Caridades. San Vicente se lo inculca por carta a los padres Dehorgny y De la Fosse: “Hace poco escribí al padre Fournier animándole a asistir a las Hijas de la Caridad, a fin de que pudiese aliviar un poco al padre Cuissot. Hablo de aliviar y no de descargar, creyendo que es su obligación, como superior de los misioneros, tener de esas hermanas el mismo cuidado que tiene de los seminaristas y que los que las instruyen, confiesan y dirigen, lo hagan según sus consejos y no independientes de él”. “Teniendo en cuenta que las Hijas de la Caridad entraron en el orden de la Providencia como un medio que Dios nos da para hacer con sus manos lo que no podríamos hacer con las nuestras en la asistencia corporal a los pobres enfermos y decirles con sus labios alguna frase de instrucción y consuelo para la salvación, tenemos obligación de ayudarlas a que progresen en la virtud para poder dedicarse mejor a sus ejercicios de caridad. Ellas se dedican como nosotros a la salvación y al cuidado del prójimo; y si dijese con nosotros, no diría nada contrario al evangelio” (VIII, 220, 227).

En España desde principios del siglo XIX las Hijas de la Caridad fueron asumidas por el Rey y la Corte como una institución estatal, igual que los médicos, maestros y soldados. La Corte levanta el Real Seminario de Madrid para ellas, corre con sus gastos y con el mantenimiento de las seminaristas. El aumento de vocaciones después de la Segunda Guerra Mundial es enorme; hasta seis tomas al año en el Seminario de Abascal, debido a que el Estado necesitaba a las Hijas de la Caridad como mano de obra barata y preparada para asilos, hospitales y obras de beneficencia. Se añadía ser un modo de promocionarse la mujer. La población es mayormente campesina creyente, y el 80% de las vocaciones salen de pueblos menores de 10.000 habitantes, y de éstos casi otro 80% de pueblos inferiores a 5.000.

Sin querer ser angelical, no se puede negar el influjo de la aparición de la Virgen Milagrosa en 1830 a santa Catalina Labouré. Ese año salen del seminario santa Catalina y 30 Hijas de la Caridad y entran 71 jóvenes. En 1843 hay que edificar nuevo seminario, y en 1855 son 686 las seminaristas.

En la actualidad el panorama ha cambiado y se nota el bajón de vocaciones debido a la secularización y a la libertad de costumbres, especialmente sexuales. Son muchas las familias mononucleares o que se desintegran con facilidad y es difícil crear en esos hogares un equilibrio afectivo en las jóvenes. Por otro lado, al escasear el clero, el laicado tiene mayores responsabilidades en la Iglesia con la sensación de ser evangelizadoras sin estructuras y sin comproterse para toda la vida. La mujer tiene formación, trabajo e igualdad con los hombres. Ya no es necesario ser religiosa para lograrlo. Y la sociedad exige a quienes atiendan a los pobres cualificación profesional y equipos técnicos caros que las instituciones privadas no pueden financiar.

P. Benito Martínez, CM

[1] VIII, 220, 225-227, XI, 392.

Etiquetas: coronavirus

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