El amor a nuestros padres

por | Ago 30, 2021 | Confraternidades, Formación, Reflexiones, Víctor Martell | 0 comentarios

 

Cuando pude ver esta foto de un joven de Birmania, que iba a Bangladesh a buscar mejores oportunidades,  una jornada de siete días de marcha cargando a sus ancianos padres porque, no podían caminar y no deseaba dejarlos pasando necesidades, mientras el iba a buscar mejores  trabajos, en verdad, me conmovió, como creo que a ustedes les pase lo mismo.

Cuantos de nosotros hemos abandonado a nuestros padres en la patria que nos vio nacer y venimos a buscar mejores oportunidades de trabajo y a vivir mejor, mientras dejamos a nuestros padres sufriendo no solo por la pérdida de sus hijos sino también por la carencia de comida y de poder pagar sus gastos diarios. Alegando que ellos en su ciudad natal viven con cualquier cosa y acá se aburrirían porque no tendrán ningún roce social, ni familia, vecinos ni amigos.

Cuantos de nosotros hemos traído a nuestros padres para que nos sirvan de cocineros, cuidar de nuestros hijos y limpiar nuestra casa, en una palabra como “sirvientes” y no los sacamos a pasear porque nos da pena que no hablen el idioma y que sus costumbres sean muy atrasadas, sin darnos cuenta que nuestros hijos están mirando esas actitudes y cuando pasen los años nos harán igual a nosotros.

Cuantos de nosotros cuando nuestros padres están viejos y achacosos los metemos en una casa de ancianos, con la hipocresía: “es para que vivan mejor” y lo más triste que los abandonamos y ni siquiera los visitamos, mordiéndose ellos las lagrimas para que no nos demos cuenta de su dolor, allí le dan comida pero en muchos casos los tratan muy mal y a ustedes no les importa.

Cuantos de nosotros dicen: “No tenemos obligación con nuestros padres porque no nos preguntaron si queríamos venir a este mundo” Y yo les pregunto ¿Ustedes se llaman cristianos? Porque Dios creó la familia para que fuera el pilar de nuestra educación y disciplina, nuestros padres cuidan de nosotros mientras somos niños, ninguno de ustedes pueden valorar lo que es buscar la canasta familiar, vestirnos, enviarnos a estudiar, pagar la casa, los sacrificios que hacen y muchas veces las lagrimas que derraman porque se ven  frustrados y con grandes limitaciones, entonces porque no retribuirlos,  cuidando nosotros de ellos hasta el final de sus días.

Queridos hermanos cuando un país se olvida de la familia, va en su propia destrucción, porque el amor a la familia nos llena de grandes valores que mas tarde cuando somos adultos, comprendemos que nos sirve de freno para no cometer fechorías,  una familia en la que se carezca de uno de ellos por cualquier motivo, sus hijos notaran la falta y crecerán sin un pulmón, porque necesitamos los dos, siéndole más difícil respirar la felicidad.

Dios bendiga la familia, aten a sus padres en un amor eterno y a los hijos que los cuiden hasta que el Señor los llame a su presencia. Amén.

 Por Víctor Martell

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