Existe una tentación de reducir la proclamación de Jesús de la Buena Nueva a sólo lo que dijo e hizo. Pero, en su tiempo, el Reino también se dio a conocer en las actitudes y comportamientos transformados del círculo de personas que lo siguieron.

Un ejemplo claro se halla en el capítulo 8 de San Lucas, donde encontramos a Jesús en el camino, acompañado de un conjunto de compañeros poco comunes. Están estos doce hombres, que han dejado sus trabajos y familias para estar en su compañía; luego, un número de mujeres de diversos orígenes, que también forman parte del grupo. (Lucas es el escritor del evangelio que da más importancia a las mujeres). Algunas eran bastante ricas y con contactos, otras pobres, algunas casadas y otras no. Una acababa de ser curada y unas pocas cubrían los gastos del grupo. En ese día, habría resultado sorprendente ver un grupotan dispar, esposas sin sus parejas, mujeres y hombres, clases sociales mezcladas, y todos aparentemente llevándose bien.

El conjunto representa el Reino de Dios, grupos dispares capitaneados por Cristo, caminando en armonía, todos vivenciando el Mensaje mientras viajan. Retratan un ideal para el futuro con sus diferentes niveles de ingresos y mezcla de sexos, todos apoyándose unos a otros en un propósito común y así dejando que la proclamación de Jesús tome la carne de la colaboración humana. Su misma unidad extiende sus palabras y acciones a los caminos del mundo.

De interés aquí están los títulos de otras dos conjuntos de discípulos que toman el camino en épocas posteriores. Están los «Compañeros de Jesús», todos aquellos jesuitas que se reunieron en torno a San Ignacio de Loyola para seguir el paso de su «siempre más grande» Señor mientras recorrían los caminos de su tiempo. Más familiar para nosotros es la «Pequeña Compañía», la Congregación de sacerdotes y hermanos inspirada por San Vicente, junto con todos los otros grupos de colaboración que marchan sobre sus huellas para llevar la Buena Nueva a los pobres.

Ciertamente las palabras y acciones de tales grupos están destinadas a proclamar el Reino de Dios, pero su misma colaboración es, en sí misma, un anuncio del Mensaje. Se podría decir que da un efecto de halo al lenguaje y a las obras que realizan, proporciona un telón de fondo contra el cual su mensaje adquiere líneas más nítidas y más credibilidad.

El Señor Jesús predica, enseña y actúa… pero también reúne. La cohesión, el propósito y la dedicación de todas esas agrupaciones es otra proclamación de su Buena Nueva salvadora.