“Vengan conmigo y los haré pescadores de hombres”
1 Sam 1, 1-8; Sal 115; Mc 1, 14-20.
Todo empezó en Galilea.
Allá se dirige Jesús después del bautismo y la experiencia en el desierto. Se va a la frontera, a la periferia. Junto al lago encuentra a Simón (siempre el primero), Andrés, Santiago y Juan, que trabajaban en su oficio de pescadores. “Vengan conmigo y los haré pescadores de hombres”, es la invitación y la promesa de Jesús.
¿Qué les está proponiendo? “Pescar hombres”. No embaucar a los ingenuos, sino rescatar a quienes viven atrapados en los océanos oscuros y profundos del sinsentido, del dolor, la injusticia y la soledad; ayudarlos en cualquier situación a salir a la superficie, traerlos a la luz, al aire fresco, a la tierra firme (esto es conveniente sólo para los hombres, no para los peces, claro).
Jesús es la Tierra Firme donde los hombres podemos asentar nuestros pies y caminar seguros, con rumbo.
Este es el gran proyecto de Jesús, en el cual nos invita a participar: dejarnos rescatar y ayudar a que otros sean rescatados del océano oscuro.
Los apóstoles “inmediatamente, dejando las redes, lo siguieron”. ¿Cuál será tu respuesta?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
P. Silviano Calderón cm
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