¿Has visto «Godspell»? Una de las canciones de ese musical regresa a mi pensamiento cada vez que nos acercamos a la celebración del Día de Acción de Gracias. Probablemente has adivinado que me refiero a la canción «All Good Gifts» [Todos los buenos regalos]. Este tradicional y conocido himno ha encontrado su lugar en muchos círculos cristianos. Todos sus versos invitan a la gratitud, pero permítanme llamar la atención sobre el último:

Te damos gracias, oh Padre, por todas las cosas buenas y brillantes,
el tiempo de la semilla y la cosecha, nuestra vida, nuestra salud, y la comida;
No tenemos regalos que ofrecer, por todo lo que tu amor imparte,
sólo lo que Tú deseas: nuestros corazones humildes y agradecidos.

(Estribillo) Todos los buenos dones a nuestro alrededor
son enviados desde el cielo.
Así pues, da gracias al Señor, oh, da gracias al Señor
por todo su amor.

Las palabras son geniales. Expresan un himno de alabanza y agradecimiento al dador de todas las cosas buenas. ¿Puedes escucharte a ti mismo usándolas como oración, antes de tu comida familiar en el Día de Acción de Gracias? ¡Tal vez algunos de nosotros tararearemos la melodía al final de esta reflexión!

Debo deciros que me cautiva la idea de que estar agradecido implica una decisión que tomamos. No es sólo un sentimiento pasajero: elegimos estar agradecidos. ¿Recuerdas la historia de los diez leprosos y cómo sólo uno regresa para agradecer a Jesús?  (Fue nuestra lectura del domingo hace algunas semanas). Creo que los diez leprosos estaban agradecidos por haber sido limpiados. Después de tantos años de sufrir su terrible enfermedad, ahora eran libres y estaban tan ansiosos por correr hacia el futuro que olvidaron su pasado. Olvidaron decir «gracias».

Esta historia pone de relieve muchas cosas para nosotros, y una es quizás esta: el acto de estar agradecidos fluye de una elección. Elegimos ser agradecidos por todo el bien que hemos recibido y expresamos ese reconocimiento de una manera definitiva. La gratitud surge de nuestro interior y decidimos ponerla en primer lugar en nuestra lista de cosas por hacer. Necesitamos estar agradecidos por todas las bendiciones que recibimos y expresar esa conciencia en voz alta con palabras y hechos.

Me encanta la manera en que el Papa Francisco capta tantas de estas ideas fundamentales. En el día de San Valentín de 2014, nos enseñó:

«Gracias». Parece fácil decir la palabra, pero sabemos que no siempre es así… ¡Pero es importante! Se lo enseñamos a los niños, pero luego lo olvidamos nosotros mismos. La gratitud es una cualidad importante!…  Tenemos que darnos las gracias los unos los otros, por todo. No es una palabra amable para usar sólo con extraños, para demostrar que eres educado. Hay que saber dar las gracias para construir una buena relación…”

«Gracias» expresa nuestro reconocimiento de la bondad y generosidad de otro. A menudo fluye de nuestra conciencia de ser amados, y de amar a cambio. Pablo escribe a sus compañeros cristianos:

“En todo dad gracias, pues esto es lo que Dios, en Cristo Jesús, quiere de vosotros» (1 Tes 5,18).

Mientras estamos en el momento álgido de la gran fiesta americana de Acción de Gracias, permítanme instar a cada uno de nosotros a pensar en nuestra necesidad de estar agradecidos por todos los buenos dones. Que fluya de nuestro corazón y de nuestro espíritu, pero que infaliblemente llegue a nuestros labios y brazos.  ¡Gracias!