“¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida!”

Ex 2, 1-5; Sal 68; Mt 11, 20-24.

Jesús hizo muchos milagros en estas ciudades, sus habitantes los vieron y oyeron sus palabras, sin embargo no respondieron y no se arrepintieron. Tal vez su estilo de vida, costumbres y tradiciones, les hicieron sentir que se portaban bien, que cumplían con la ley y que eso sería suficiente. No escucharon a Jesús.

¿Estamos nosotros en la misma situación? No tenemos pecado puesto que “no matamos ni robamos”, como se escucha con frecuencia. Oímos la palabra de Dios, pero no escuchamos; asistimos a misa solo por cumplir. Estar en misa es celebrar con la comunidad a Jesús, dar gracias y animarnos en el seguimiento de Jesús. No basta solo con “estar por cumplir”.

Siempre estamos necesitados de una conversión, de cambiar el sentido de nuestra vida orientándola hacia Jesús, hacia los valores del Reino. ¿Cuántos dones hemos recibido? El ser alegres, saber compartir, cocinar, administrar nuestro hogar, nuestro tiempo, etc. Todo esto es para el servicio de la comunidad (familia, barrio, trabajo, escuela, nuestros ambientes).

Estemos atentos a las palabras del Señor y caminemos junto a Él. Estamos a tiempo.

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Corina Garza