Gn 23, 1-4. 24, 1-8. 62-67; Sal 105; Mt 9, 9-13.
Mateo era recaudador de impuestos. Trabajaba para los romanos, por lo tanto para los judíos era un hombre publicano y pecador. Jesús lo ve sentado a su mesa de recaudador y le dice: “Sígueme”; Mateo se levantó y lo siguió. No titubea, no hay preguntas, simplemente lo sigue. Jesús ve el corazón de Mateo, le da un voto de confianza, aun cuando su oficio era repudiado por los judíos. Jesús simplemente lo llama. Mateo ya no piensa en el dinero, solo se levanta y lo sigue.
Algunas veces habremos oído el llamado que Jesús nos hace a seguirlo y nos quedamos sin responder, dentro de nuestra comodidad: la familia, el trabajo, los amigos, la diversión. Sin embargo, Jesús nos está llamando siempre, necesita nuestras manos, nuestros pies, nuestro corazón para llevar su mensaje a todas partes. Pero a veces nos hemos hecho sordos a su voz.
Cada uno de nosotros podemos, en nuestro propio ambiente y con los dones que el Señor nos ha regalado, hacer que el mensaje de Jesús llegue a muchos oídos. Así como Mateo lo deja todo, animémonos a dejar nuestra sordera y comodidad para llevar el mensaje de salvación a los ambientes en que vivimos.
El llamado de Jesús nos sana, y nos perdona.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Corina Garza
0 comentarios