Deut 6, 2-6; Sal 17; Heb 7, 23-28; Mc 12, 28-34.
“Ven Espíritu Santo, llévame a la aventura del amor”
Muchos de los creyentes decimos que mamos a Dios, pero seguimos estruyendo la vida, odiando a los adres, peleando con los hermanos, ividiendo la familia, perjudicando a los vecinos, ofendiendo a la pareja, insultando a los amigos, desacreditando a los hijos…
En el mandamiento del amor, Jesús compromete nuestra existencia y nuestras relaciones con los demás.
Compromete nuestra existencia porque amar a Dios con todo tu corazón es dedicar tu vida a hacer el bien que quiere Dios; con toda tu alma es dejar que nuestros pasos los guíe Dios; con toda tu mente es dedicar lo mejor de tu inteligencia a conocer a Dios; con todas tus fuerzas es entregar tu vida a la causa del Reino de Dios.
Compromete nuestras relaciones con los demás porque el amor, la solidaridad y la ayuda al prójimo nos invita a hacer un esfuerzo por ver en nuestra familia, amigos y enemigos, el rostro de Dios.
Para cumplir el mandamiento del amor necesitamos gritar: “Yo te amo, Señor, tu eres mi fuerza” (Sal 17).
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Arturo García Fonseca, CM
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