Tenemos que ser agradecidos

por | Abr 13, 2018 | Benito Martínez, Formación, Reflexiones | 0 Comentarios

“Aunque ha sido usted (Sor Isabel Hellot) la que ha cuidado a mi hijo Miguel mientras ha estado enfermo, estoy muy agradecida a todas las Hermanas y les agradezco de corazón su afecto que nunca mejor que en esta ocasión, la más sensible para mí, hubieran podido demostrarme”, “sus uvas son hermosísimas, ya sabe que no tengo dientes y no puedo comer las pequeñas, así es que se las agradezco”, le “agradezco sus hermosos y exquisitos higos que han venido muy a punto para nuestra vecindad”, “le agradecemos de todo corazón el bonito y excelente hilo que nos ha mandado, ya sabía usted que apenas nos quedaba”; “le agradezco de corazón, querida Hermana, en nombre de toda la Comunidad, el hermoso pescado que nos ha enviado”.

Retazos de varias cartas de santa Luisa de Marillac (c. 264, 371, 421, 462, 493, 573)

Reflexión

  1. Navidad es un tiempo de regalos y de agradecimiento y que debiera continuarse todo el año. Santa Luisa frecuentemente termina sus cartas con la frase muy agradecida hija o servidora, no solo como una fórmula de educación, sino como agradecimiento sincero Y cuando no sabía a quién agradecérselo, se lo agradecía a la divina Providencia. Sus entrañas de mujer y de madre se deshicieron durante las revueltas de las Frondas, cuando los soldados se alojaron en casas de las Hermanas y las respetaron. Emocionada le pide al P. Portail que le ayude a agradecérselo a Dios.
  2. El agradecimiento es una emoción que siente el corazón cuando alguien recibe un regalo, porque le quieren. Lo importante no es el regalo, sino el amor. Es frecuente en las cartas de santa Luisa leer “le agradezco las muestras de amor que me da” o “le agradezco humildemente”, porque el agradecimiento exige también humildad para reconocer que estaba necesitado, reconocer que todos los humanos necesitamos unos de otros, pero con amor para no convertir la humildad en humillación.
  3. Puede haber personas que rechacen el agradecimiento, porque consideran un derecho lo que se hace en su favor o por suspicacia de segundas intenciones o porque se minusvaloran y piensan que ellas de ninguna manera pueden ser objeto de un regalo, pues en ellas nadie se ha fijado nunca para amarlas. En estos casos no vale la caridad anónima, pues la persona que se siente indiferente, lo que necesita en Navidad es que se le manifieste personalmente el afecto que se la tiene.
  4. Es sorprendente el agradecimiento en el perdón que nadie tiene derecho a exigirlo, porque se da con total libertad, aunque se tenga obligación de darlo. Lo único que puede exigir es clemencia. Sin embargo, lo suplica, como lo hacía santa Luisa, casi como una fórmula de cortesía, aunque en ella era sinceridad: Le pido perdón, porque…por ello…por no escribirle…si le he molestado…perdóneme el atrevimiento…la libertad…pida perdón a Dios por mí…Pido perdón a Dios por… Pero quien perdona se siente obligado a perdonar como fruto de la condición humana y, si tiene fe, como la culminación del mandamiento del amor, decretado en la oración del Padrenuestro y en el perdón que da Jesús en la cruz a los que le matan.

Cuestiones para el diálogo

Si tus padres son mayores, ¿eres agradecido con ellos por todo lo que hicieron por ti cuando eras pequeño? Aunque solo sea por la amistad que te dan ¿eres agradecido con tus amigos? ¿Les disculpas sus defectos y las “jugadas” que pueden hacerte? ¿Eres agradecido con los desconocidos? ¿Agradeces a Dios todo lo que te ha dado y te sigue dando?

Benito Martínez, C.M.

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