“ No serán ustedes los que hablen, sino el Espíritu de su Padre”
Os 14, 2-10; Sal 50; Mt 10, 16-23.
Jesús elige, llama, envía a la misión y prepara a sus discípulos para el testimonio, para que el anuncio del Evangelio sea más creíble.
Las comunidades cristianas primitivas experimentaban toda clase de dificultades y sufrimientos, pues en las mismas familias estaban divididos por causa de Jesús, estaban los que aceptaban el bautismo y se convertían en discípulos y los que preferían seguir en las costumbres y tradiciones religiosas para no ser acusados de herejes y ser rechazados por la comunidad judía.
Los cristianos se sentían “como ovejas en medio de lobos” y el martirio estaba pisando los talones de los discípulos cada día, por eso la fuerza del Espíritu de Jesús les asistía y esta experiencia de ser acompañados por Él, les llenaba de fortaleza y sabiduría para defenderse ante los tribunales y para testimoniar su amor y fidelidad al proyecto del Reino inaugurado por Jesús.
Señor, haznos instrumentos de tu amor hasta dar la vida por el Reino. Amén.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Rosendo Martínez Flores C.M.
0 comentarios