Los cristianos debemos trabajar unidos para todo

por | May 10, 2024 | Formación, Reflexiones, Víctor Martell | 0 comentarios

La unidad es uno de los valores más importantes a los que podemos aspirar como sociedad. Nuestra capacidad para trabajar juntos, compartir recursos y alcanzar objetivos comunes nos hace más fuertes. Cuando nos unimos, podemos hacer algo que es mucho más grande que cualquiera de nosotros, y eso nos da la oportunidad de alcanzar cosas que de otra manera serían imposibles.

Tomemos como ejemplo la luna de sangre. Este fenómeno astronómico es uno de los momentos más importantes del año, ya que nos recuerda que somos parte de algo mucho mayor. Nos conecta con la naturaleza, el ciclo de la vida y la importancia de la unión.

La unidad también es importante en nuestras relaciones personales. Cuando trabajamos juntos, nos hacemos más fuertes y podemos lograr cosas que de otra manera serían imposibles. Esto se aplica a nuestras amistades, familias, comunidades y relaciones a largo plazo. Cuando nos unimos, somos capaces de superar nuestras diferencias y hacer cosas grandes.

La frase «la unión hace la fuerza» es una antigua sabiduría que se remonta al siglo XVI. Esta frase significa que cuando la gente trabaja junta, pueden conseguir mucho más de lo que podrían si actuaran de forma individual. Esto se debe a que hay una fuerza combinada mucho más grande cuando todos trabajan en la misma dirección. Por otra parte, la discordia debilita. Esto significa que cuando la gente está en desacuerdo en algún tema, esto puede afectar su capacidad de lograr sus objetivos. Cuando hay una falta de acuerdo entre los miembros de un equipo, esto puede hacer que el equipo sea menos eficaz y productivo.

Por esta razón, es importante que la gente trabaje juntos y haga un esfuerzo para encontrar un punto de encuentro. La unión hace la fuerza, pero la discordia debilita. Esto significa que la gente debe ser capaz de trabajar junta, para lograr sus objetivos, o de lo contrario, sus esfuerzos no serán tan productivos como deberían ser.

Siempre me gusta adornar estos artículos, si se puede, con algunos cuentos que, aunque, cuentos son, no dejan de ilustrarnos mas sobre este tema, que a veces se nos olvida y hasta en nuestras organizaciones cristianas, peleamos, dejando que la discordia aparezca entre nosotros. Esto se trata del Arco Iris, un día, los colores riñeron, todos decían ser el mejor.

El verde dijo: Yo soy el símbolo de la vida y esperanza. Cubro el campo y las hojas del bosque.

El azul interrumpió: Es que tu solo piensas en la tierra; pero también debes pensar en el cielo y en el mar. El agua es el fundamento de la vida. El cielo da espacio paz y serenidad.

El amarillo dijo: Lo que pasa es que ustedes son tan serios; yo traigo risa y alegría. El sol es amarillo; al mirar un girasol todos sonríen, sin mí no habría ninguna diversión.

El anaranjado replico: Yo soy el color de la salud y la fortaleza. Llevo las vitaminas mas importantes, piensen en la zanahoria y naranja. Cuando lleno el cielo al amanecer y la caída del sol, mi belleza es la más impresionante.

El rojo grito: Es que yo soy el que gobierna, soy la sangre de la vida. Estoy dispuesto a luchar por la causa, traigo el fuego de la sangre, soy la pasión y el amor a todos.

El violeta dijo: Es que yo soy de la realeza, el poder. Los Reyes, comandantes y obispos siempre me han escogido porque soy el símbolo de la autoridad y sabiduría, la gente me escucha y obedece.

Finalmente, el añil hablo: Es que yo soy el color del silencio, difícilmente me notare; pero sin mi todo seria mas superficial. Represento el pensamiento y la reflexión.

Los colores siguieron alardeando, cuando ilumino el firmamento un rayo sorprendente. La lluvia comenzó a caer implacablemente, los colores se agacharon y con temor se acercaban el uno al otro para abrigarse, entonces la lluvia dijo: Ustedes colores necios luchan entre sí, cada uno tratando de dominar al resto. Acaso, ¡No saben que cada uno fue hecho con un propósito especial único y diferente! Tómense de las manos y vengan a mí.

De ahora en adelante cuando llueva se unirán y cruzaran el cielo formando un gran arco de colores, como recuerdo, de que todos pueden vivir en paz.

Víctor Martell

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