“El que viene a mí no tendrá hambre”
Hech 8, 1-8; Sal 65; Jn 6, 35-40.
El evangelio de Juan nos lleva junto a Jesús y la multitud de discípulos que lo siguen. Jesús, antes de iniciar el discurso más bello de la Sagrada Escritura conocido como “El Pan de Vida”, nos recuerda qué es lo que debe ser prioritario: Creer en Jesucristo.
Por primera vez en el Evangelio de Juan, Jesús nos recuerda que él es el “Yo Soy”. Luego nos dirá: “Yo soy el Buen Pastor”, “Yo soy la Verdad”, “Yo soy la Luz del mundo”… ese “Yo Soy” nos remite al libro de Éxodo 3, 14, donde Dios se le revela a Moisés en la sarza. Jesús nos recuerda que, a través de él, Dios se hace presente, que vino para quedarse con nosotros porque está interesado en la salvación de cada uno de nosotros, porque quiere que, en él, todos seamos uno.
¿Y por qué Jesús se presenta a sí mismo como el Pan de Vida? Porque el pan es vital para la vida de las personas. Sin alimento no podemos vivir. Por eso Jesús nos dice que él es causa de vida, que donde él está brota la vida. Nos dice que para tener vida verdadera debemos alimentarnos de él. Por lo tanto, debemos buscar a Jesús con la misma motivación con la que buscamos el pan que alimenta nuestro cuerpo. ¡Cristo debe ser vital para nuestra vida!
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Iván Pech May C.M.
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