“He realizado ante ustedes muchas obras buenas de parte del Padre, ¿por cuál de ellas me quieren apedrear?”
Jr 20, 10-13; Sal 17; Jn 10, 31-42.
La Iglesia continúa la misión de Cristo y por medio de sus hijos extendidos en la tierra, sigue realizando obras en bien de la humanidad; obras comúnmente no valoradas ni vistas, aún por los mismos católicos. Les invito a detenerse y reflexionar un momento para ver de qué manera funciona el engranaje de la Iglesia que, al contar con 1 378 millones de católicos en el mundo, y aumentando año con año, se convierte en un instrumento de transformación para el mundo.
Faltan pocos días para terminar de acompañar a Cristo en su travesía a Jerusalén. Durante la cuaresma hemos caminado junto él y llega el momento en que se demostrará cómo ha sido nuestra cercanía a lo largo de estos días. Una vez más Cristo prepara no sólo a sus apóstoles, sino que pretende enseñar los preceptos de su Padre también a los escribas y fariseos. Enseñanzas muy difíciles de aceptar por los eruditos en la ley. Sin embargo, Cristo debe actuar, guste o no los «expertos» en las tradiciones y en las prescripciones.
La pretensión de Jesús es hacernos entender lo que el Padre quiere: vivir en el amor a Dios y al prójimo.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Jesús de Luna C.M.
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