Conferencias de Cuaresma predicadas por el P. Lacordaire, texto nº 25

por | Mar 22, 2024 | Formación, Reflexiones | 0 comentarios

A instancias de Federico Ozanam y otros estudiantes universitarios, el arzobispo de París, monseñor de Quélen, instituyó las Conferencias de Cuaresma en Notre-Dame, que aún siguen realizándose en nuestros días. El primer ciclo de conferencias tuvo lugar de febrero a marzo de 1834. El padre Lacordaire, que ingresaría más adelante en los dominicos pero que entonces era sacerdote diocesano, predicó las de 1835 y 1836. Estos extractos provienen de aquellas conferencias.

No es el placer el fundamento de la sociedad, sino la virtud

Hoy… [puesto que] la necesidad de asociación se manifiesta [en todas partes], y después de haber destruido la asociación cristiana, quieren reconstruir otra sobre la base de la razón pura, ¿qué vemos? Vemos, entre otros curiosos esfuerzos, hombres consumidos por los sueños más ingeniosos y sutiles del mundo para sustituir en la asociación la ley del placer por la ley de la devoción.… ¿Qué hombre de buen corazón podría prescindir del esfuerzo y de la virtud?… No es el placer el fundamento de la sociedad, sino la virtud; no es el placer nuestra vocación aquí abajo, sino el trabajo y el esfuerzo. Dios nos creó expresamente para producir a través de nosotros algo que no podía producir por sí mismo: grandeza en la humildad, fuerza en la debilidad, pureza en la carne y la sangre, amor en el egoísmo, bien en el mal, virtud en un corazón que era libre en cualquier momento de ser un villano. Esta es nuestra vocación, nuestro destino. Jesucristo conquistó el mundo sólo porque lo sabía, y desde lo alto de su cruz, esclavo y Dios, lo cumplió hasta el extremo. La salvación sigue sus huellas, como toda gloria y felicidad. Por eso, ¡gracias a Dios!, el placer y el gusto nunca formarán la base de la sociedad de aquí abajo; la desgracia será la más fuerte, para que la virtud sea la más fuerte; habrá pobres, precisamente para que se dé limosna; habrá heridas, precisamente para que se curen; habrá lágrimas, precisamente para que sean aceptadas; habrá trastornos, para que la gente aspire a la estabilidad; habrá ruinas, para que el orgullo sea humillado; habrá miseria pública, para que haya servicios gratuitos y populares; habrá sangre, para que haya santos.

Jean-Baptiste-Henri-Dominique Lacordaire (1802-1861) fue un reconocido predicador y restaurador de la Orden de Predicadores (dominicos) en Francia. Fue un gran amigo de Federico Ozanam (de hecho, es el autor de una muy interesante biografía sobre Ozanam) y muy afecto a la Sociedad de San Vicente de Paúl.

Imagen: El padre Jean-Baptiste Henri Lacordaire, pintado por Louis Janmot (1814-1892), amigo de Federico Ozanam y uno de los primeros miembros de la Sociedad de San Vicente de Paúl.

Fuente: Henri-Dominique‎ ‎Lacordaire, Conférences de Notre-Dame de Paris, tomo 1, París: Sagnier et Bray, 1853.

 

 

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