NOTA: Poema de libro “Caricias de Dios para el Alma; páginas 21-23” inspirado en I Pedro 2,24.
Voluntariamente tomó el pecado,
el mío, yo estaba condenado,
y llevó sobre Él la crueldad
de toda la humanidad.
Piensa en la multitud de pecados
de cada hombre y mujer,
todos ellos los he tomado
con mi entrega, demonios derrotados.
Al ofrecer lo que traigo al altar,
Dios mío, todo queda redimido
lo ofrezco y tú al aceptar,
toda maldad queda en el olvido.
Cuando pienso en que ofrezco al asesino,
cuando pienso en que ofrezco al ladrón,
cuando pienso en que ofrezco lo divino,
al Cielo pido perdón.
Cuando cargo las maldades
para llevarlas a tu presencia,
llevo todo, ninguna ausencia,
conoces todas las verdades.
Vergüenza, lágrimas, maltratos,
almas sin baños de gracia,
representados en mí, por ti,
los traigo para redimir.
No traigo ni un inocente,
son billones y billones de gente,
y conoces una a una,
con ninguno eres indiferente.
Yo soy la sangre que lava
de las almas todo este horror.
Yo te elegí, así orgulloso y pecador,
con mi amor todo el mal acaba.
La fuente del amor no es como el agua,
ella se acabaría en algún momento,
mi misericordia es infinita,
por eso, llámalos a este encuentro.
Trae hasta mí sus penas,
yo te elegí para esto,
para romper de ellos las cadenas,
para, por mí, liberarlos de condenas.
Conozco todas las maldades,
conozco todas sus tristezas,
conozco toda su bondad,
trae ante mí su iniquidad.
Carga el peso del otro,
sin que él se de cuenta.
Salva la vida de tu hermano,
carga esta cruz a cuestas.
Redimidos juntos estamos,
libres de todo este pecado,
que con humildad habré cargado,
y en Jesús, al Padre presentado,
y un día todo habrá terminado.
Pbro. Marvin Robles Gamboa CM,
Costa Rica.
0 comentarios