Contemplación: Guías para el viaje (SSVP USA, una reflexión semanal)

por | Mar 6, 2024 | Formación, Reflexiones, Sociedad de San Vicente de Paúl | 0 comentarios

Este artículo apareció originalmente en ssvpusa.org

Jactarnos de nuestros logros en obras de caridad me trae a la memoria un número del cómico Chris Rock, en el que bromea sobre la gente que presume cuando hace lo que se supone que debe hacer («Me gradué en el instituto». «¡Se supone que tienes que graduarte en el instituto!»,). Somos cristianos: debemos dar de comer al hambriento, consolar al enfermo, acoger al forastero; buscar y servir a Cristo en los pobres, como Él dijo que hiciéramos.

Debemos recordar con humildad que, por grande que parezca el resultado material de nuestras obras, en cualquier caso modos no es nuestro logro, pues «todo lo que Dios nos da es para los demás… no podemos lograr nada de valor eterno sin su gracia» [Regla, Parte I, 2.5.1]. San Vicente de Paúl, cuyas obras sabemos que cambiaron verdaderamente el mundo, explicaba a menudo que no eran obra suya, sino de Dios. «El respeto mundano», advertía Federico Ozanam, es el ‘mayor peligro’ para la integridad de nuestro trabajo» [Baunard, 297]

Emprendemos estos trabajos con un fin principal: para «caminar juntos hacia la santidad» [Regla, Parte I, 2.2]. Este camino no se hace solo; debemos dar cada paso deliberadamente. Debemos conscientemente esforzarnos por conectar nuestras obras con nuestro crecimiento; para discernir en las personas y experiencias de nuestra vocación vicenciana el rostro de Cristo, la voz del Espíritu Santo y la voluntad de Dios en nuestras vidas.

Hacemos esto en primer lugar reflexionando en silencio y en oración después de cada visita a domicilio, tal vez escribiendo en un diario los sentimientos y pensamientos que nos ha suscitado en la mente y el corazón. También nos tomamos tiempo para «releer» experiencias pasadas; como cuando llegamos al final de una novela de misterio y, sorprendidos por el final, volvemos a un capítulo anterior y descubrimos que las pistas estaban ahí todo el tiempo, sólo que no las habíamos visto antes. Del mismo modo, ahora vemos las experiencias pasadas con ojos nuevos, transformados por experiencias más recientes. Dios sigue estando presente en nuestros recuerdos, pronunciando la palabra que quería que escucháramos, listo para que la oigamos y la comprendamos cuando estemos preparados.

Crecer juntos en santidad también requiere que compartamos nuestras experiencias y nuestras percepciones con los demás. Hemos sido creados como seres sociales, destinados a vivir en comunidad, y nuestras conferencias son nuestras comunidades de fe. Esta es la razón por la que nuestra Regla nos llama a la reflexión espiritual en cada reunión de la conferencia, donde «siempre se invita a los miembros a hacer comentarios como medio de compartir su fe» [Regla, Parte III, St. 7]. Como explica el Catecismo, es «por el intercambio con otros, la reciprocidad de servicios y el diálogo con sus hermanos, el hombre desarrolla sus capacidades; así responde a su vocación» [Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1879].

Compartir nuestra fe, nuestras percepciones y nuestro crecimiento hace que la tuya forme parte de la mía, y la mía de la tuya. De este modo, tenemos el privilegio de servirnos mutuamente de guía en nuestro camino compartido hacia la santidad.

Contemplar

¿Dedico tiempo a rezar, reflexionar y compartir con los demás cómo he crecido espiritualmente a través de mi servicio?

 

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