En el tercer domingo de Cuaresma, durante la lectura en la eucaristía leeremos el evangelio donde Jesús limpia el templo de Jerusalén al expulsar a los que vendían cosas en el templo, diciendo: «Mi casa será una casa de oración; pero lo has convertido en una cueva de ladrones».
Leemos el relato de la limpieza del templo en los cuatro evangelios. El Papa Benedicto XVI, en su interpretación de este pasaje, en el famoso libro Jesús de Nazaret, ve un significado teológico más profundo en el relato de San Juan. Comparando con los evangelios sinópticos, la principal diferencia que vemos en el relato de San Juan es que él agrega un versículo, que nos dice que el discípulo, cuando vieron la acción de Jesús, recordó que estaba escrito, «el celo por tu casa me devorará» (Jn 2, 17).
Vemos en los evangelios, inmediatamente después de esta acción, «Se enteraron de esto los sumos sacerdotes y los escribas y buscaban cómo podrían matarle» (Mc 11, 18). También leemos, durante el juicio de Jesús, uno de los falsos testimonios contra Jesús fue el dicho de Jesús en relación con la limpieza del templo: destruiré este templo hecho por hombres y en tres días edificaré otro no hecho por hombres (Mc 14, 58). Así que el celo de Jesús por la casa de Dios no solo lo llevó a la acción de limpiar el templo, sino también a su sufrimiento, muerte y resurrección.
Esto se puede entender muy bien sabiendo que el versículo «El celo por tu casa me consumirá» se cita del Salmo 69, que se llama «Salmo de la Pasión». Aquí el salmista, en su agonía y tristeza, rezaba por la liberación. Él ve a sus enemigos y sus obras malas. Siente que se está hundiendo en aguas profundas. Se siente solo y rechazado incluso por sus amigos y familiares. La razón de su dolor y rechazo es porque eligió vivir de acuerdo con las palabras de Dios. Y entonces él le dice a Dios: «Es el celo por tu casa lo que me ha consumido» (Salmo 69, 9).
Los discípulos, cuando vieron el sufrimiento y la muerte de Jesús, lo identificaron con el siervo sufriente de este Salmo. En la pasión y la muerte de Jesús entendieron también el verdadero significado del «celo» de Jesús, que es lo mismo que su «amor» por nosotros. También entendieron que «la casa de Dios», por la cual él se consumía, es cada uno de nosotros. Esta comprensión también los hizo arder con el mismo celo por «la casa de Dios».
Sobre el autor:
El P. Binoy Puthusery, C.M., es un sacerdote paúl perteneciente a la Provincia de India meridional. Fue ordenado sacerdote el 27 de diciembre de 2008 y poco después sirvió como coadjutor en Tanzania. En 2011, después de dos años de ministerio, fue nombrado Director Espiritual de las Hermanas Vicentinas de la Misericordia, en Mbinga, Tanzania. Actualmente reside en Barakaldo (España), y es formador en el Máster en Vicencianismo.
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