“Este es mi hijo amado. Escúchenlo”

Gén 22, 1-2. 9-18; Sal 115; Rom 8, 31-34; Mc 9, 2-10.

Hoy leemos el relato de la Transfiguración, experiencia luminosa y reveladora que Jesús hizo vivir a algunos de los apóstoles después de haberles anunciado su próxima pasión, muerte y resurrección. Jesús va dando a conocer su naturaleza más profunda con sus enseñanzas, sus acciones y con esta experiencia extraordinaria. En él resplandece la gloria de Dios, es el Hijo amado del Padre cuyo camino, lleno de contrariedades, oposición y sufrimiento, es el camino que va mostrando el sentido de la vida de los hombres.

En medio de la visión resuena el eco poderoso de la voz del Padre: “Este es mi Hijo amado, escúchenlo”. Dios lo está acreditando y se pone como garantía de que el camino de Jesús es el único que contiene la verdad de Dios y que conduce a la vida verdadera. ¡Vaya garantía! ¡La voz del Padre lo acredita!

“Escúchenlo”, es lo que nos pide el Padre. Y al pedírnoslo, no se refiere solo a oírlo, o a leer el Evangelio y aprendernos párrafos; pide acoger a Jesús y su proyecto de vida para que, en la medida que nos configuremos con Jesús, nos vayamos también transfigurando, revelando así en nuestra vida, la gloria del amor de Dios.

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Silviano Calderón Soltero C.M.