“Que te alaben, Señor, todos los pueblos”
Is 7, 10-14; o Sir 24, 23-31; Sal 66; Gál 4, 4-7; Lc 1, 39-48.
En el momento en que la Virgen de Guadalupe se apareció a Juan Diego en el México de 1531, nuestro país estaba en un proceso de transición y colonización por parte de los españoles. La Virgen de Guadalupe prefirió a Juan Diego como mensajero porque era un indígena humilde y devoto, cuya fe y sencillez fueron consideradas virtudes importantes para transmitir su mensaje, que se convirtió en un símbolo de identidad y resistencia para los pueblos indígenas, que encontraron en María una figura que les brindaba consuelo y esperanza en medio de la opresión.
La Morenita se convirtió en un símbolo de fusión entre las creencias y tradiciones indígenas y la Religión Católica, gracias a todos los detalles que quedaron grabados en el ayate del vidente. La imagen se volvió icónica y representa una identidad nacional y espiritual para millones de mexicanos. Este día no pasa desapercibido, ya que la Morenita del Tepeyac, vino a quedarse entre nosotros para revestirnos de su amor y amparo:
“¿Acaso no estoy aquí, que soy tu madre? ¿Acaso no soy tu ayuda y protección?”.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Grupo de fieles laicos de la Rectoría La Sagrada Familia, Chihuahua, México.
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