“Alabemos al Señor, nuestro Dios”

Is 30, 19-21. 23-26; Sal 146; Mt 9, 35-10, 1. 6-8.

El evangelio de hoy nos invita a poner remedio a una de los retos más grandes que tiene hoy nuestra Iglesia Católica, me refiero al aspecto vocacional: “Rueguen al Señor que envíe obreros a la mies, pues ésta es grande”. ¡Urge que se le forme al laico, que se le haga saber una y otra vez, que la vocación laical es, también, una vocación importante y de trascendencia, como la del sacerdocio y la de la vida consagrada! Es necesario que cese el clericalismo radical que sigue imperando en algunas parroquias y comunidades y se diga a los laicos lo valiosa que es su vocación. Urge que se le haga tomar conciencia de que las vocaciones religiosas y sacerdotales surgen, precisamente, de una vocación laical vivida en el sacramento del matrimonio y que, sin familias estables, es difícil que las vocaciones consagradas sigan dando fruto.

Dice también el evangelio, qué “a esos enviados les pide sanar dolencias y enfermedades”.

Creo firmemente que todos somos los encargados de contribuir con el Señor para continuar sanando esa herida de nuestra Iglesia.

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Grupo de fieles laicos de la Rectoría La Sagrada Familia, Chihuahua, México.

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