‘‘Habitaré en la casa del Señor toda la vida’’
Is 25, 6-10; Sal 22; Mt 15, 29-37.
Cuántas veces nos hemos preguntado el porqué de tantas injusticias, calamidades y sufrimientos que hay en el mundo y en nuestra propia persona, sintiendo ese desconsuelo cuando pasamos por las pruebas y estamos abatidos, pensando que nuestro Dios no escucha nuestras plegarias. Nos dejamos llevar por nuestros propios pensamientos y nos dejamos inquietar por lo que vemos y escuchamos en nuestro entorno, donde predomina el apego a las cosas superficiales. El evangelio de hoy nos dice que Jesús está atento a todas nuestras necesidades y siente compasión por los que lo seguimos, a pesar de todo. Él solo pide que nos acerquemos, que nos quedemos con él alabando sus maravillas y Él quitará nuestras angustias y nos infundirá confianza.
Hermanos, estemos contentos y alegrémonos de nuestra fe, confiados en las promesas del Señor y en su infinita misericordia y amor.
Dejemos a Jesús curar nuestras cegueras, nuestras parálisis, y nuestra mudez. Admirémonos de las maravillas que hace día a día en nosotros.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Grupo de fieles laicos de la Rectoría La Sagrada Familia, Chihuahua, México.
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