Este año el Día de Acción de Gracias lo celebraremos el próximo jueves 23 de Noviembre, acá en Estados Unidos, siempre lo celebramos el cuarto jueves de Noviembre de cada año. La tradición cuenta que era un momento para agradecer por todo el sacrificio y el arduo trabajo realizado por la cosecha. En los primeros días en los Estados Unidos, el Día de Acción de Gracias se celebraba en una variedad de fechas y finalmente, Abraham Lincoln en 1863 con la ayuda de Sarah Josepha Hale decidió que ese día debía celebrarse el último jueves de Noviembre. Más tarde, Franklin D. Roosevelt promulgo el día como ley, haciendo que se celebre oficialmente el cuarto jueves de Noviembre, todos los años.
Yo recuerdo hace muchos años esta celebración en que todos, los que la observaban, por cierto, todos los que vivían en este país se movilizaban por carretera, tren o aviones de un estado a otro para estar todos juntos, en ese día tan especial, en la que se daba gracias a Dios por la salud y la prosperidad recibida, allí estaban los abuelos, los hijos, los nietos, los tíos los biznietos en fin toda la familia y degustaban una cena, compuesta principalmente por pavo, aunque cuando comenzamos a llegar los inmigrantes, comenzamos a servir nuestros platillos de nuestros países de origen. En los tiempos modernos, todos se toman un tiempo libre en el trabajo (fin de semana de cuatro días a partir del jueves) y algunos más porque tienen que viajar a lugares muy remotos.
Desafortunadamente hoy me da mucho pesar, ver que los padres son olvidados en los asilos, o casas de personas de la tercera edad, mientras sus hijos y nietos usan estas vacaciones para irse a la playa y algunos hasta para viajar de vacaciones a otros países, me ha tocado visitar a esos pobres ancianos y ver sus ojos llenos de lagrimas por los desmemoriados y el abandono, esta soledad, hace que caigan en depresión y tienen que atiborrarse de pastillas, para que su mente no la invada el dolor de no poder ver a sus hijos y demás familia. Doy gracias a Dios porque en los albergues y comedores les ofrecen una cena del Día de Dar Gracias, la mayoría en horas del almuerzo, si es verdad, no les falta la comida pero cuando he hablado con ellos, casi todos me expresaron que preferirían pasar hambre pero rodeados de su familia. Hermanos yo creo que Dios, verá con mucha alegría, cuando nos reunimos con nuestros familiares y aprovechemos ese día para perdonar, si existen agravios y unirnos, porque somos una sola sangre y esto debe de servirle a sus hijos de ejemplo, para cuando ellos crezcan, estén con ustedes juntos año tras año.
Este es un Día en que nosotros los miembros de la Sociedad de San Vicente de Paul debemos hacer todo nuestro esfuerzo, para llevar a cada hogar, los alimentos; Porque ellos no tienen con que comprarlos (por cierto hoy son muy caros) puedan reunirse en familia y celebrar con nosotros ese gran Día en que Dios nos ha puesto como prueba de amor familiar y agradecerle principalmente a EL.
Recuerdo hace muchos años estaba como socio de San Vicente de Paul en la iglesia de Santa Catalina de Siena en Kendall, Miami, Florida y termine de trabajar a las tres de la tarde, con la idea de irme a casa con tiempo, por si hacía falta comprar algo de último minuto y llevar algunos extras para nuestros invitados, recuerden que ese día cenan juntos los padres y los hijos, vienen con las nueras y los nietos y hasta algunos nietos con sus novias o novios y uno que otro amigo que está solo en este país y se une a la fiesta y nunca dejan de decir en la cena: “Vine porque esta es mi familia en los Estados Unidos y come y toma más que los demás. Siendo esa hora recibo una llamada, de la secretaria de la iglesia y me informa que todas las bolsas de comida fueron entregadas pero; al parecer se habían olvidado de una de ellas y no debía de quedarse allí porque tenía un pavo adentro, en verdad, aquello no me gusto nada, porque sabía la bronca que me esperaba en la casa, ya era tardísimo porque trabajaba en Hialeah, me acuso, de que estaba molesto y hacia esto en contra de mi voluntad, fui hasta la iglesia y recogí “la jaba” con los alimentos y el pavo, busque la dirección, por cierto no estaba lejos de la iglesia, cuando por fin llegue, me encontré con un chiquitín y le pregunte si esa dirección era allí y que donde estaba el apartamento 302, aquel infante salió loco por las escaleras gritando, “venga es en mi casa” y gritaba “Mama, mama, llego el Ángel”, casi se me cae la caja y cuando pude superar la falta de aire de los tres pisos, toque la puerta y le pregunte a una señora que abrió la puerta, porque el niño gritaba “llego el Ángel” y me explico:
Mire… aquí no teníamos nada que comer para este Día de Dar Gracias, hace solo un mes que llegamos a este país y cuando mi hijo me pregunto: ¿Que cenaríamos esa noche?, yo le dije: No hay nada, solo un Ángel podía t6raernos la comida de este festejado día. Baje las escaleras llorando de alegría y dolor, porque casi me aparto de mis principios vicentinos, cuando llegue a mi casa y me propusieron las palabras de dar gracias a Dios, solamente dije:
Gracias Señor porque me diste la oportunidad de ayudar a una familia en este Día. Y me diste fuerzas para no ser flojo hoy cumpliendo, mi obligación.
Víctor Martell
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