“No podemos servir a Dios y al dinero”
Rom 16, 3-9. 16, 22-27; Sal 144; Lc 16, 9-15.
Jesús continua sus enseñanzas sobre lo que es verdaderamente valioso e importante en la vida. Según la “sabiduría del mundo”, el tener mucho dinero da estatus social, se puede pensar que es una bendición cuando las acciones con que se ha ganado han sido buenas; y ciertamente, el tener dinero, en sí, no es malo, el tema es: Qué hacemos con él. ¿Lo utilizamos solo para beneficio propio o nos abrimos a las necesidades de los demás para compartirlo?
En el pasaje de hoy se nos dice: “Con el dinero gánense amigos, de modo que, cuando se acabe, ellos los reciban en la morada eterna”. Y esto nos recuerda otro pasaje del Evangelio en el que Jesús expresa: “Vengan benditos de mi Padre, porque tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber, estuve enfermo y me asistieron, desnudo y me vistieron, encarcelado y me visitaron, era forastero y me hospedaron…” (Mt 25, 34-36); es decir, gracias a estos amigos que hicimos, y con quienes tejimos lazos fraternos, seremos recibidos en la última morada.
¿Quiénes son nuestros mejores amigos?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: María Raquel Estrada Díaz, laica colaboradora de la parroquia de La Medalla Milagrosa de Puebla, México.
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