“Nos predestina para que reproduzcamos en nosotros mismos la imagen de su Hijo”
1 Re 3, 5-13; Sal 118; Rom 8, 28-30; Mt 13, 44-52.
Este diálogo entre Salomón y Dios debe mantenernos maravillados, “pídeme lo que quieras”, aquel que tiene la oportunidad de decidir sobre lo que considera más importante para Él, pide Sabiduría. Una decisión que habla de una reflexión profunda, de un compartir a través de la propia vida. La bendición de Dios que ha sido otorgada es la herramienta que necesita frente al encargo que ha recibido como siervo de Dios y soberano de su pueblo.
Ahora pensemos también sobre la dinámica del Reino de los cielos, un tesoro escondido, que se convierte en lo más importante, que provoca deshacerse de todo lo que se tiene para sólo mantenerse dentro esta realidad, disfrutándola y participando de ella.
Sin embargo, no olvidemos que esta participación tiene también exigencias, si pensamos en sólo adquirir beneficios y no dar razón de que estamos adheridos a este proyecto. La figura del mercader nos habla de la búsqueda que es necesaria para llegar a este encuentro y esmerándonos por conseguir lo que es importante.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: P. Alonso Nuñez Escobedo C.M., formador en el Seminario de Cd. Granja, Jal.
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