Jesús, que está en el seno del Padre y le conoce de forma íntima, nos muestra el rostro divino. Y nos quiere él perfectos al igual que el Padre.
Se nos enseña bien claro qué quiere decir ser perfectos nosotros como nuestro Padre en el cielo es perfecto: ir más allá de lo que nos mandan y prohíben la ley y los profetas. Jesús, sí, pone el listón cada vez más alto en la vida. Y no puede sino hacerlo. Pues solo conoce al Padre que ama a los buenos y a los malos. Al Padre que desconoce el concepto de enemigo. Y, desde luego, el Hijo es, a su vez, la compasión del Padre hecha carne.
Pero no le basta a Jesús con generalizar que hay que ir más allá de lo mandado y prohibido. Pues nos enseña las formas concretas de lograr ser perfectos, exceder lo que los sabios y entendidos toman por justo.
Y no cabe duda de que se capta de modo claro y fácil eso que dice Jesús que se haga en concreto. Pues si no, no se pensaría en tantos modos de excusarnos de lo mandado y guardar aún su espíritu. Si bien se acaba, no pocas veces, con diluir o aun distorsionar lo que se nos manda.
Es por eso, quizás, que se nos acusa a los cristianos de que no cumplimos lo que dice Jesús. Y que, peor aún, lo subvertimos (Comentarios al evangelio 11). Pero lo cierto es que no nos cuesta comprender, sino hacer. Nos sentimos no capaces de cumplir lo que se nos pide.
Y mejor que nos preguntemos al igual que los discípulos al hablarles Jesús del riesgo que corren los ricos (Mt 19, 23-23). Pues él nos alentará al momento con decirnos que sí se puede, por la gracia de Dios.
Perfectos solo por la gracia de Dios
Solo por la gracia de Dios. Por lo tanto, hay que depender de Dios por completo y atribuir todo éxito a su gracia (SV.ES VII:250). Es por eso también que los que «somos débiles y capaces de sucumbir» no hemos de cejar en pedirle a Dios su gracia (SV.ES IX:332). Y nos hemos de fortalecer con la comida y la bebida del cielo. Pues si no, el camino se nos hará muy largo; no llegaremos a nuestro destino.
Señor Jesús, quédate siempre con nostros. Y haz que, por la fuerza del Espíritu Santo, busquemos siempre el bien de nuestros hermanos y hermanas. Así lograremos ser santos y perfectos como es santo y perfecto nuestro Padre en el cielo.
19 Febrero 2023
7º Domingo de T.O. (A)
Lev 19, 1-2. 17-18; 1 Cor 3, 16-23; Mt 5, 38-48
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