“Dame, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista”
Hech 25, 13-2; Sal 102; Jn 21,15-19.
Escuchamos en el evangelio de hoy el relato de la muerte de Juan el Bautista. Conocemos los enredos amorosos de Herodes con Herodías, y la debilidad de “rey” por la hija de ésta, al grado que le promete cumplirle cualquier deseo. Aprovechando esta debilidad, se orquesta el asesinato de un profeta, un hombre santo que habla con la verdad: Juan el Bautista.
¿Cómo puede alguien disponer tan impunemente de la vida de un hombre? ¿En qué corazón retorcido se concibe la idea de pedir, como trofeo, la cabeza degollada de una persona? ¿A qué niveles de crueldad, de confusión y de locura ha sido capaz de llegar el ser humano?
Y ahí queda, como testimonio, el relato de la muerte de Juan. Para denunciar la crueldad del poderoso (de entonces y de ahora) frente al pobre que no tiene defensa; para condenar la insensatez de querer callar la verdad matando al profeta (lo mismo sucederá con Jesús). ¿La violencia y la venganza sacian la capacidad de odio y de rencor en un corazón enfermo? ¿No será que, por el contrario, los alimenta y hace crecer?
La guerra, la violencia y la crueldad, solo son caminos que llevan a la muerte y a la oscuridad.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Silviano Calderón, CM
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