“Sepan que se acerca el Reino de Dios”
Apoc 20, 1-4. 11-21,2; Sal 83; Lc 21, 29-33.
Cuando vivimos algunas dificultades en nuestra vida, ya sean económicas o emocionales como la pérdida de un trabajo o de un ser querido, podemos llegar a sentirnos desesperados, es decir, sin esperanza. Para no llegar a eso, hay que tener siempre presente que solo las palabras de Jesús nos pueden traer la paz; él nos enseñó que todo en este mundo es pasajero, que el malestar que hoy nos agobia y la tristeza que hoy sentimos dejarán de existir, ya que como sabemos, la higuera siempre retoña, y lo hace porque tiene raíces profundas. De la misma manera nosotros, si tenemos una fe sólida, podremos ver que esto que hoy nos causa tanto dolor nos ayudará a crecer espiritualmente, y viendo las cosas así, no perderemos nunca la esperanza de que todo será eventualmente mejor. Cuando esto suceda, para que nuestro sufrimiento no haya sido en vano, será importante compartir nuestra experiencia con los demás, para que viendo cómo Dios nos ha ayudado a salir de nuestro invierno, se animen a vivir esa misma esperanza de la próxima primavera en sus vidas: “Como el Señor cuidó de mí, te cuidará a ti”, éste será nuestro anuncio para que los demás sepan que el Reino de Dios está cerca.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Alfredo García Rendón
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