“María, mujer sinodal”, es el título que hemos escogido la comunidad misionera de los PP. Paúles de Pamplona para la novena a la Virgen Inmaculada de la Medalla Milagrosa de este año 2022 y que ponemos a vuestra disposición para quienes festejáis a María Milagrosa con triduos o novenas.
En la Iglesia Católica estamos comprometidos de lleno en el Sínodo de la Iglesia Universal, cuyo lema es: “por una iglesia sinodal: comunión, participación y misión”, que ha convocado el Papa Francisco y que tendrá su momento culminante en octubre de 2023 en Roma.
Dice el Papa Francisco que “el camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio”. Caminar es siempre sinónimo de vida, de avances, de búsqueda, de corresponsabilidad, de “reseteo” de nuestra existencia. Como en Emaús (Lc 24, 13-35), solo caminando juntos, entorno a Jesús, nuestra vida cobra sentido. Como la de aquellos comerciantes, viajeros, soldados y familias enteras, en suma, cristianos sencillos que propagaron el Evangelio por contagio.
En los últimos años, hemos redescubierto la sinodalidad, el caminar juntos. El Concilio Vaticano II nos mostró, de nuevo, esta realidad hace más de 50 años. Sin duda, ello marcó un momento clave en la comprensión que la Iglesia tiene de sí misma, que nos ayuda a asumir una eclesiología de comunión. San Juan XXIII en su discurso de apertura dijo que “la Iglesia había tomado la decisión de caminar juntos, quizás caminemos más lentos, pero lo haremos más unidos”.
Sin duda, no es lo mismo hacer un Sínodo, que hacer, pensar de forma sinodal, para ello se necesita una conversión personal y pastoral, que respeta la pluralidad y la diversidad en la unidad. No es fácil, pero hemos de suscitar de nuevo la esperanza. Ello nos lleva a pasar del “yo” al “nosotros”, como nos recuerda el Papa Francisco una y otra vez.
Como insiste el Papa, es necesario “hacer que germinen sueños, suscitar profecías y visiones, hacer florecer esperanzas, estimular la confianza, vendar heridas, entretejer relaciones, resucitar una aurora de esperanza, aprender unos de otros, y crear un imaginario positivo que ilumine las mentes, enardezca los corazones, dé fuerza a las manos”.
Vivir la sinodalidad necesita, por tanto, más que técnicas, métodos o programas, sobre todo, un nuevo modo de vivir nuestra espiritualidad como miembros de la Iglesia, y no solo individualmente. Un nuevo modo de vivir caminando juntos.
Queremos, en esta novena, hacer “camino sinodal” de la mano María, Madre y modelo de la Iglesia.
Una mujer sinodal que hace el camino con otros en Pentecostés, perseverando unánimes en oración (Hech 1, 13–14). La mujer que comulga con el plan de Dios, expresado en el Magníficat (Lc 1, 46-56). La mujer oyente de la Palabra que «conservaba todas estas cosas en su corazón» (Lc 2, 51). La mujer que sabe ver la realidad y actúa: «no tienen vino», «haced lo que él os diga» (Jn 2, 1-12). La mujer que acoge el dolor de los hermanos, como ella en el Gólgota (Jn 19, 25-27). La mujer con esperanza vestida de la luz de la resurrección (Apocalipsis 12, 1-6); que pasa por tribulaciones, pero se sabe protegida de Dios, ella es la mujer que “ofrece al mundo lo mejor que tiene, su Hijo, el hijo de sus entrañas como lo hizo a los pastores, a los magos y a todos en la cruz y que lleva la alegría a los hombres como se la llevó a su prima Isabel” (Lc 1, 39-44).
Como siempre, recordaos que este material que os ofrecemos es sólo un subsidio litúrgico que debe ser trabajado y adaptado en cada situación pastoral en la que estamos.
Luis Miguel Medina, C.M.
Fuente: Web de los Misioneros Paúles de la provincia de Zaragoza (España)
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