“Dame cuentas de tu administración”
Flp 3, 17-4, 1; Sal 121; Lc 16, 1-8.
Ayer reflexionábamos sobre las responsabilidades que tenemos para evitar que lo que se nos ha confiado se pierda, hoy aprendemos que algún día le rendiremos cuentas a Dios, pues nosotros somos administradores de bienes que Dios nos ha prestado para utilizarlos como si fueran nuestros, pero que en realidad no lo son. La pregunta es: ¿cómo los estamos utilizando?, ¿los usamos para reducir las penas de las personas que conocemos?
Y no pensemos solo en bienes materiales, Dios nos prestó la voz: ¿La usamos para ofrecer a otros una palabra de consuelo en sus momentos difíciles? ¿En las situaciones de oscuridad estamos allí para dar a quien lo necesita algún consejo?
Dios nos prestó el tiempo: Cuando vemos que alguien está pasando por alguna enfermedad ¿nos ofrecemos a cuidarle a sus hijos? ¿llevamos algo de despensa al que no puede salir para hacer sus compras? Si actuamos así, estaremos asegurando, como el administrador, que en la vida futura tendremos quien nos reciba en su casa, y éste será nada menos que el Padre, quien nos dará una habitación en el cielo. Que Dios nos dé la sabiduría que necesitamos para utilizar de la mejor manera los bienes que nos ha prestado.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Alfredo García Rendón
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