Retornos

por | Nov 4, 2022 | Formación, Reflexiones | 0 comentarios

Tomar decisiones que impliquen asuntos o estructurar temas para nuestra vida es muy difícil, porque sobre la mesa pueden estar cuestiones que nos acompañarán durante mucho tiempo. O pueden ser difíciles, simplemente porque a menudo no nos gusta hacer pequeños cambios.

Para mí, septiembre y octubre son meses de comienzos, reinicios y retornos, quizá los más difíciles de gestionar para las familias, especialmente las que tienen niños o jóvenes en edad escolar. Son meses de toma de decisiones y nuevos proyectos.

Es en esta época del año cuando me propongo hacer cambios en mi vida y definir nuevas metas. Cambios tanto en las rutinas familiares como en las personales y profesionales, porque durante las vacaciones he tenido tiempo para hablar y pensar en ellos, y puedo hacer una evaluación real. En vacaciones, puedo bajar el ritmo y resituarme como persona, resituar lo que soy, lo que quiero y por qué lo hago, me obligo a hacer la distinción entre lo esencial y lo accesorio. Y este es un ejercicio que sólo puedo hacer en vacaciones, es como un balón de oxígeno que uso durante el año.

Septiembre es el mes en el que hacemos proyectos, promesas y un sinfín de propósitos para el año que viene. La mayoría se quedan en el camino. Suelo sentir que, para mí, el comienzo del año es en septiembre y no en enero. Lo siento porque las vacaciones para mí son milagrosas, me permiten alejarme del frenesí del mundo y centrarme en lo esencial, relativizar muchas cuestiones que con el cansancio adquieren proporciones innecesarias. Al final de las vacaciones, mi capacidad para ver los asuntos, para afrontar los problemas y las situaciones también es diferente. Pero confieso que a finales de septiembre estoy deseando volver a ir de vacaciones.

Pero septiembre es también el mes de los comienzos, el primer día de colegio para muchos niños y padres. Pero también comienzos de la vida, ¿quién no recuerda algunos de los primeros días que tuvimos en septiembre?

Para muchas personas, septiembre es un mes de decisiones difíciles, ya que el tiempo que han pasado de vacaciones les ha ayudado a tomar decisiones difíciles, que van a ser estructurantes para su vida. ¿Quién dice que tomar decisiones que implican nuestra vida es fácil? Tomar decisiones que impliquen asuntos o estructurar temas para nuestra vida es muy difícil, porque sobre la mesa pueden estar cuestiones que nos acompañarán durante mucho tiempo. O pueden ser difíciles, simplemente porque a menudo no nos gusta hacer pequeños cambios.

Por el contrario, para otras personas, el tiempo de vacaciones no ha sido un buen consejero, les ha atrapado, creando falsas expectativas o dando lugar a hacer falsas promesas. Y es el tiempo a lo largo del año el que les hace darse cuenta de que hay situaciones que nunca van a cambiar… Hay características o cuestiones que, por mucho tiempo que les dediquemos, no van a cambiar porque son características intrínsecas, pertenecen a las personas, a sus valores y principios de vida… no es posible cambiar. La única pregunta que me hago es: ¿seremos felices en estas situaciones? ¿Queremos vivir así?

Cuando acompañamos estos procesos, y yo como trabajadora social acompaño algunos de ellos, sólo podemos respetar las decisiones de las personas, porque por encima de todo está su autodeterminación, creer que la Persona encontrará su camino, aunque entiendo que no es el mejor. Entiendo que son las personas las que tienen que hacer su propio camino y que yo no puedo ni debo hacerlo por ellas, sino que tengo que acompañarlas en su proceso. Este proceso de acompañamiento me resulta difícil; incluso doloroso, cuando acompaño situaciones en las que sé que el camino y las decisiones tomadas no llevarán a esa persona a buen puerto. Cuando me doy cuenta de que cambiar la situación es mucho más fácil que lo que la persona sueña. Casi a veces me siento, en estos procesos, como si estuviera viendo una película y me dieran la oportunidad de cambiar el guión. Para cambiar este guión, que para mí significa cambiar el curso de la vida de esa persona, bastaría con cambiar un pequeño detalle, con tomar una pequeña decisión, que para mí puede ser pequeña, pero que tendrá un enorme impacto en la vida de esa persona.

Los caminos y trayectos deben ser respetados y acompañados… Siempre tendré los brazos abiertos para ayudar a empezar de nuevo y recomponer el puzzle de la vida. Que todos los regresos, reinicios y comienzos estén llenos de respeto, sabiduría, valor y dignidad.

Inês Guerra
Fuente: https://www.padresvicentinos.net/

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