“He venido a traer fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo!“
Jer 38, 4-6. 8-10; Sal 39; Heb 12, 1-4; Lc 12, 49-53.
Decía Platón: “habla para que te conozcan”. Pues bien, Jesús con esta expresión que citamos arriba, nos abre paso a sus emociones, nos deja mirar sus anhelos más profundos.
No se trata de incendiar la tierra, de carbonizarla, sino de contagiar a los hombres y mujeres con el fuego del Espíritu, para que asuman la misión que tienen en el mundo, de colaborar en la construcción del Reino de Dios.
Los valores que emanan del Reino nos llevan a tomar partido por la justicia, el respeto y amor a la vida humana, el cuidado de la tierra y de los recursos naturales. Los valores del Reino nos invitan a mirar y a cuestionar todo lo que poseemos para distanciarnos de lo superficial, de la corrupción, de lo que no abona a la vida.
Tales valores pueden desembocar en tensión o conflicto entre los que desean colaborar para lograr un cambio, los que asumen con generosidad su bautismo y aquellos que desean que las cosas permanezcan igual, los que tienen miedo al cambio o porque no quieren renunciar a sus privilegios.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Hilario Sarabia Granados, diácono permanente
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