«Vió tanta gente que sintió compasión de ellos”
Jer 28, 1-1 7; Sal 118; Mt 14, 13-21.
Cuando Dios revela, el hombre debe prestarle la obediencia de la fe (DV 5)”. En la liturgia de este día Dios nos somete a una autoevaluación sobre nuestra fe, sobre nuestro ser en la Iglesia. La primera lectura nos presenta cinco tipos de personas: el que se hace pasar por enviado de Dios y engaña a la gente; los que se dejan seducir por los falsos profetas; el fiel mensajero de la Palabra de Dios; los que atentos a los signos de los tiempos viven una fe sólida y hacen caso a los enviados de Dios; y el grupo de los indiferentes que no les interesa saber nada de Dios. Si Dios me preguntara, qué tipo de persona soy de estas cinco, ¿qué le respondería?
En el Evangelio vemos que Jesús tuvo y sigue sintiendo compasión por cada uno de nosotros, pues la multiplicación de los panes es anticipo de su presencia perpetua en la Sagrada Eucaristía.
Cuántos de los que asistimos a misa dudamos de la presencia real y sustancial. Cuántas veces estamos, pero ausentes, pensando en lo que haremos después de misa comida, compras, película). San Ignacio de Antioquía exhortaba: “¡Sean solícitos en participar de una Eucaristía! Porque una es la carne de nuestro Señor Jesucristo, y uno es el cáliz para la unión con su sangre”.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Hilario Sarabia Granados, diácono permanente
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