Cuando ingresé en la Sociedad de San Vicente de Paúl hace aproximadamente 40 años desconocía mucho sobre lo que era el Espíritu Santo en nuestra Iglesia católica, sabía de su venida donde la Virgen María y los apóstoles que  estaban reunidos; pero nunca de la eficacia de nuestras oraciones al Espíritu Santo y el dejarlo manifestarse cuando visitamos a una persona en necesidad.

En todas las reuniones de la Sociedad de San Vicente de Paúl, se invoca al espíritu santo para que esté presente, a cualquier nivel de nuestras reuniones y la entrega de los vicentinos es total al espíritu santo, yo a pesar que era periodista nunca supe lo que era hablar en público y en una oportunidad, estando de visita en Medellín, Colombia,  me toco el hacerlo, esta demás los miedos y las sensaciones de terror que sentía de enfrentarme a aquel grupo de personas y entonces, un padrecito, el cual no recuerdo su nombre, que estaba cerca de mí, me dio la gran solución: “Entrégate al espíritu santo y tu palabra no será tuya si no del espíritu”, me quede anonadado por aquella insinuación; pero como tenía mucho miedo de meter la pata,  antes de salir a escena me encomendé al espíritu santo y hasta hoy recuerdo como todos los integrantes de aquella reunión me aplaudían a rabiar.

Cuantas veces y esto lo saben mis hermanos de la Sociedad nos ha tocado visitar una casa y encontrar una gran necesidad, y  sabiendo que los fondos que tenemos eran cortos,  no nos quedaba otro remedio que encomendarnos al espíritu santo y siempre había alguien que enviaba una donación y buscando, que yo tenga noticias siempre hemos encontrado la forma de ayudar a aquellos que nada tienen.

Yo les exhorto a mis queridos hermanos, que siempre se encomienden cuando visiten en su hogar a un necesitado, al espíritu santo porque el sabrá poner en nuestra boca las palabras de consuelo, no solo de rezar, sino de hablar francamente de sus problemas y darle soluciones, que tanto esperan los que están en necesidad y podremos ayudarlos no solo con nuestra palabra inspiradora,  sino también con alimentos y otras necesidades, eso sí,  esto requiere que ustedes en entreguen al espíritu y le pidan que sanen primero nuestras heridas interiores para después recibir su bendición, si lo hacen estoy seguro, que nunca les faltara ni la palabra,  ni la ayuda que tanto esperan de nosotros. Y a aquellos que están sufriendo una necesidad hablen con el espíritu, denle a conocer su problema y limpien sus oídos porque estoy seguro que EL les va a responder. Amén.

Por Víctor Martell