“Donde está tu tesoro, allí está tu corazón”
2 Re 11, 1-4. 9-18.20; Sal 131; Mt 6, 19-23.
Al meditar este evangelio me viene la pregunta: ¿Dónde están mis prioridades? ¿Cuáles son las cosas que me mueven? ¿Qué cosas me preocupan? ¿Cuáles son los valores por los que vivo y lucho? De nuevo Jesús me recuerda que mira dentro de mi corazón y me desafía con estas interrogantes. ¿Dónde está mi corazón? ¿Mi tesoro? ¿Es algo durable, que no puede ser corroído por las polillas o el óxido? ¿O es algo meramente material, como el dinero, el éxito o la fama?
Cuando miro dentro de mi corazón, me doy cuenta que está dividido, indeciso y desgarrado entre diferentes y conflictivas lealtades, cuya luz es débil y no ilumina mi camino en la vida. ¿Miro con gratitud a aquellas personas que admiro por su integridad, y rezo para recibir la gracia de tener un corazón que no esté dividido?
Porque lo que amo es a lo que le dedicaré fuerzas, inteligencia, tiempo, todo. Si mi corazón está en la oscuridad, agradezco a Jesús por su Palabra, que me impulsa a centrarme en los valores del reino que Él me anuncia.
Señor Jesús, dame un corazón pobre y libre de egoísmo para que puedas reinar en mí y seas mi tesoro.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Benjamín Romo Martín C.M.
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