“El príncipe de este mundo ya está condenado”
Hech 16, 22-34; Sal 137; Jn 16, 5-11.
Si leemos con atención el contexto de la Primera Lectura encontramos algo muy interesante: ¿Cuál fue el motivo de la detención de Pablo y Silas sin hacerles ningún juicio?
Sucedió que Pablo y Silas habían liberado, en nombre de Jesús, a una muchacha esclava que trabajaba para dar dinero a sus amos mediante un “espíritu de adivinación”. Como perdieron su “negocio”, acusan a los apóstoles de agitadores.
Pablo y Silas reciben el castigo y, al ser liberados por el poder de Dios, siguen proclamando a ese Jesús que es amor y liberación. Es entonces cuando su carcelero les pregunta: ¿qué debo hacer para salvarme? Pablo le responde: “Cree en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu familia”.
San Vicente de Paúl dice a sus misioneros: “Entreguémonos a Dios para ir por toda la tierra a llevar su santo evangelio… La salvación de los pueblos y la nuestra son un beneficio tan grande que merece cualquier esfuerzo, al precio que sea”.
¿Qué te sugiere hoy el Evangelio a la luz de lo que le pasó a Pablo y Silas? ¿Existe algo semejante hoy? ¿Qué está a tu alcance que puedas cambiar?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: María Luisa Fuentes Quesada HC
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