«Resérvenme a Saulo y a Bernabé para la misión»
Hech 12, 24-13, 5; Sal 66; Jn 12, 44-50.
Hoy el Espíritu Santo sigue conduciendo a su Iglesia. Tú y yo, la comunidad parroquial, los ancianos, los pobres, los sacerdotes, los obispos, el Papa… somos la Iglesia, y a todos se nos ha reservado una misión. Una Iglesia que debe ser “un espacio fraterno donde hay lugar para todos” y una “casa de misericordia”, de forma que el que nos vea, como Jesús dice hoy en el Evangelio, vea a su Padre que nos ha enviado.
En el mundo actual necesitamos un cambio hacia la “sinodalidad”, la cual se refiere a la corresponsabilidad y a la participación de todos los miembros del Pueblo de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia, cada uno desde su propia vocación.
En la Iglesia ¿quién ocupa el primer lugar? Respuesta: ninguno (o quizás el más pobre). Todos tenemos una misión diferente y complementaria: tú, tu familia, tu parroquia, el grupo al que perteneces, el sacerdote, el obispo, el Papa…, todos somos hermanos e hijos de un mismo Padre.
¿Qué descubres de nuevo, de fresco, de atractivo en todo esto? ¿Qué, en concreto, necesitamos cambiar en nuestra manera de actuar en la Iglesia?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: María Luisa Fuentes Quesada HC
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