«Mis ovejas escuchan mi voz»
Hech 13, 43-52; Sal 99; Ap 7, 14-17; Jn 10, 27-30.
Se acerca la hora de Jesús, algunos se van definiendo a su favor o en su contra, mientras que los dirigentes judíos están tramando matarlo. Este es el contexto del Evangelio de este domingo.
En este ambiente Jesús se dirige a las ovejas que escuchan su voz y que él “conoce”, es decir, las ama y quiere establecer una intimidad con cada una. Cuando la persona accede, se detiene, mira y escucha con el corazón, eso es contemplar. La luz de la mirada de Jesús Resucitado ilumina los ojos de nuestro corazón y nos enseña a ver todo desde la luz de su verdad y de su compasión hacia todos.
Tu relación amorosa con Jesús nace cuando te sabes y te sientes mirado con amor, entonces ves las cosas de otra manera. Para hablar con él no son necesarias muchas palabras, basta que estés convencido de que tu vida está rodeada de un amor grande y fiel del que nada te podrá separar jamás. Cada persona tiene en sí misma la capacidad contemplativa: viendo un amanecer, un árbol frondoso, oyendo música y especialmente en un rostro humano, que es la obra maestra de Dios. Pero hay una barrera que nos impide contemplar y es el medio artificial y funcional en el que estamos inmersos.
¡Detente, contempla, déjate amar y ama!
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: María Luisa Fuentes Quesada HC
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