La gracia del relato (Lucas 24,35)

por | May 7, 2022 | Formación, Reflexiones, Thomas McKenna | 0 Comentarios

«Contaron … cómo lo habían reconocido al partir el pan.». Esta frase tan sugerente en el evangelio de Lucas capta algo del meollo de lo que significa dar testimonio cristiano. La acción de compartir de Jesús en la comida de Emaús les había abierto los ojos y les había quitado el velo de lo que realmente estaba ocurriendo. En su relato posterior, evocaron la experiencia, no como un simple recuerdo sagrado, sino como un acontecimiento que les cambió la vida, algo que, de hecho, les puso en contacto con la fuente misma de la vida.

Esto nos lleva a preguntarnos sobre experiencias similares, no necesariamente dramáticas como la de Pablo cayendo al suelo, sino momentos en los que se levantó el velo y se alcanzaron lugares más profundos que nuestras propias profundidades. ¿Tenemos nuestros propios recuerdos de «partir el pan»?

¿Podemos relatar acontecimientos en los que le «reconocimos»? Volver a contarlos puede cincelar las piedras fundamentales para el testimonio cristiano. Son historias de corazones que se abren a nuevos grados de intimidad de Dios, recuerdos de cómo una palabra o un acontecimiento descorrió una cortina de la cercanía del Espíritu.

Las palabras adecuadas pueden hacer esto. Unas frases de Henri Nouwen fueron un gran avance para mí: «Esta es la verdad que quiero que reclames para ti. Es la verdad hablada por la voz que dice: ‘Tú eres mi Amado’. Escuchando esa voz con gran atención interior, oigo en mi centro palabras que dicen: ‘Te he llamado por tu nombre. Tú eres mío y yo soy tuyo… Me perteneces. Yo soy tu padre, tu madre, tu hermano, tu hermana, tu amante y tu cónyuge. Sí, incluso tu hijo. Dondequiera que estés yo estaré. Nada nos separará jamás» (Dirección espiritual, p. 32). Recontarlas las revitaliza.

Aquellas frases de Lucas: «Os he enviado a llevar la Buena Noticia a los pobres, etc.» tuvieron un efecto similar de fundamentación en Vicente de Paúl.

También los encuentros pueden ser reveladores. En la vida de Vicente, fue la confesión del campesino moribundo la que abrió los ojos del santo a nuevos caminos por los que seguir a su Señor. Siglos más tarde, la interacción de Federico Ozanam con los indigentes de París tuvo un efecto de descubrimiento similar.

La narración meditada de tales experiencias puede no sólo reabrirnos a la presencia del Señor, sino incluso acercarnos aún más a Él.

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