«Tabitá hacía infinidad de obras buenas”
Hech 9, 31-42; Sal 115; Jn 6, 60-69.
Hoy la lectura de Hechos nos habla de una tal Tabitá, mujer viuda, que se dedica a hacer obras buenas y a repartir limosnas, y que de pronto enferma y muere dejando un gran hueco entre gente que necesita ayuda. Nos dicen los Hechos que “es discípula», cree en Jesucristo y lo sigue. Pedro la llamó: “Tabitá, levántate» y ella se levanta para seguir de nuevo a Jesús. Tabitá cree en Jesús, le sigue, come su carne y bebe su sangre, tiene intimidad con Él y en esta intimidad ha conocido y aprendido a servir a los demás de una manera sencilla y cotidiana.
San Vicente nos dice a las Hijas de la Caridad (y también lo podría decir a todos los seguidores de Jesús): “ser Hija de la Caridad es amar a Jesús con ternura y constancia: con ternura, sintiéndose a gusto cuando se habla de Él, cuando se piensa en Él, y se llena toda de consuelo cuando se le ocurre pensar: ¡Mi Señor me ha llamado para servirle en la persona de los pobres; qué felicidad!».
Por su parte, Santa Luisa dice a las Hijas de la Caridad: “Agraden a Dios sirviendo a sus amos (los pobres) con devoción, dulzura y humildad».
¿Te animas a seguirlo? ¿O prefieres echarte para atrás? Eres libre, escoge.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: María Luisa Fuentes Quesada HC
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