Desde un punto de vista vicenciano: Separación del Padre

por | Abr 3, 2022 | Formación, Patrick J. Griffin, Reflexiones | 0 comentarios

En el relato del Hijo Pródigo surgen multitud de lecciones. Nos sigue interpelando y proponiendo cada vez que reflexionamos y nos reconocemos en el texto. Recientemente me hizo pensar en el tema de la «separación del Padre».

Las aventuras del hijo menor ofrecen claros ejemplos de cómo ocurre eso. Comienzan con la búsqueda descarada de su herencia antes del fallecimiento del Padre. Luego, el hacer las maletas y marcharse de casa para separarse físicamente. Sus escapadas al extranjero explicitan su despilfarro y su vida de disipación sin entrar en detalles —aunque más tarde su hermano mayor sugiere de buen grado algún detalle escabroso—. Finalmente, en medio de una hambruna, este hijo menor acepta un trabajo cuidando cerdos; esto implicaba el contacto con un animal impuro prohibido para los judíos justos. Así, este hijo se separa de su Padre en el honor debido, en el hogar, en el acto y en la fidelidad. Difícilmente se puede añadir un detalle que exprese mejor su separación de quien le ama. Este último punto, sin embargo, impulsa la historia de este hijo. Sabe que el Padre le ama, y puede así volver al hogar que siempre le acogerá. La separación del Padre sólo puede continuar si el hijo la impone.

En el caso del hermano mayor, también reconocemos la separación del Padre, a pesar de que nunca abandona el hogar ni elude sus responsabilidades familiares. Sin embargo, percibimos que su atención a las obligaciones de hijo obediente en el servicio y la obediencia no le han traído la paz. Cuando ve la forma en que el padre festeja el regreso del hermano despilfarrador y díscolo sacrificando el ternero cebado, se queja de que el padre nunca le había dado ni siquiera un cabrito para festejar con sus amigos. En las acusaciones del hermano mayor se perciben tanto el dolor como la rabia, y no aparecen únicamente al hablar de su hermano menor. También se extienden a su padre. Nótese que nunca se dirige a su padre como «padre» ni se refiere a su hermano como «hermano», sino que prefiere referirse a él como «tu hijo» (v. 30). El hijo menor, en cambio, se dirige repetidamente a su padre como «Padre» (vv. 12, 18, 21). El hermano menor se incluye firmemente en el uso del lenguaje familiar; el mayor no lo hace.

Al final de la parábola, nos encontramos fuera de la fiesta con el padre y su hijo mayor. No dudamos de que el padre volverá a la celebración del regreso de su hijo menor. No sabemos, sin embargo, qué elegirá el hermano mayor. Una verdad, sin embargo, se impone: si el hermano mayor opta por separarse de su hermano menor, también se separa del Padre. No se puede exagerar esta importante lección. La Regla de Oro encuentra su expresión en el relato. El amor al prójimo y el amor a Dios siguen siendo inseparables.

El sacramento de la reconciliación ocupa un lugar importante en la fundación de la Congregación de la Misión. Vicente de Paúl reconoció su centralidad para su ministerio y para las misiones que su comunidad vino a predicar. La parábola de los «hijos pródigos» ofrece muchos medios para separarse del Padre. Vicente apreció estas diferentes divisiones y ofreció una visión de reencuentro con el que ama a todos sus hijos.

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